20 nov 2021

PR, PRO, PDC, Ciudadanos, PL, PPD...

¿Camino a un obituario?

Estamos en pleno desarrollo de una nueva elección presidencial. De manera ya tradicional los analistas y dirigentes se refieren a cada elección como "la más decisiva de nuestra historia", "una elección trascendental y única", "un país que se juega su destino..." y así. Y algo de verdad hay en esto: la elección de 1964 con Eduardo Frei Montalva  fue un despertar de la "Patria Joven", con cientos de miles de jóvenes, obreros y pobladores en las calles en manifestaciones increíbles, multitudinarias. Lo mismo con Tomic y Allende en 1970.  Varios de nosotros éramos muy jóvenes y vibrábamos con los himnos de las campañas, "Venceremos" y otros. Chile se jugaba grandes anhelos de cambio y reformas en esas elecciones. 

Hubo otro momento significativo con la campaña del No en 1988 cuando derrotamos a Pinochet y nuevamente en 1989 con el fragor de la esperanza y el aliento de "Chiiiiile...La alegría ya viene" y de la campaña presidencial con Aylwin. 

Las siguientes campañas -ahora en democracia- en 1993 con el triunfo de Frei Ruiz-Tagle; en 1999 con Ricardo Lagos (fundador del PPD) y en el 2005 y 2013 con Michelle Bachelet abrieron una constructiva senda de hegemonía política con una centroizquierda muy potente y relativamente imbatible en lo electoral.  Pero la oscuridad de los procesos políticos siempre está ahí, presente, agazapada esperando su momento. Y llegó la derrota. Frei perdió la elección presidencial en el 2010 y cayó la noche oscura sobre la coalición electoralmente más exitosa del siglo XX y parte del XXI. Y la derecha retornó en gloria y majestad.

La oposición ante Piñera-1, de izquierda y centroizquierda, logró recomponerse a duras penas, y gracias al liderazgo y carisma de Michelle Bachelet, quien tuvo dejar atrás una brillante carrera en Naciones Unidas como encargada de ONU mujeres y volver a Chile para salvar a un deteriorado bloque político, se logró recuperar el gobierno en las elecciones del 2013, con el PC incluido ahora en un referente distinto: la Nueva Mayoría. Bachelet puso sus condiciones y logró importantes reformas sociales y políticas en su segundo gobierno, dejando un camino fructífero para el mundo progresista.

Pero no fue suficiente: en el 2017 el mundo progresista se fragmentó; los partidos gobernantes perdieron credibilidad....El PS defenestró al expresidente Ricardo Lagos, a quien humilló sin pudor y optó por una "figura emergente", independiente, un senador (Guillier) que finalmente no tuvo posibilidad de convocar la adhesión ciudadana y nuevamente, la derecha recuperó el gobierno.

Cada elección presidencial tiene sus propios matices y resulta exagerado -finalmente- atribuirle un carácter apocalíptico y/o mesiánico. Al final de cuentas, y de acuerdo a las ganancias electorales, cada gobierno hará lo que es posible. Se gana con campañas y consignas pero, se gobierna con realismo "en la medida de lo posible"... Y esta frase representa cierta verdad. Aylwin lo dijo en algún discurso y fue muy criticado desde la izquierda pero en la práctica tuvo razón. Y todos los gobernantes van a tener razón.

En el escenario que se abre hoy domingo 21 de noviembre y dependiendo del voto popular, quienes ganen la segunda vuelta tendrán que asumir situaciones complejas: la izquierda y la centroizquierda no podrán fagotizarse mutuamente. Se necesitan para asegurar un gobierno que brinde estabilidad con reformas sustanciales que estarán consideradas además en una nueva constitución. La arrogancia política en este caso es una mala alternativa. La derecha, si ganase por tercera vez el gobierno, tendrá al frente a una oposición muy potente y firme y no podrá pasarse de ciertos límites.

La opción de un cambio con reformas importantes y graduales.

Las propuestas programáticas de Boric y Provoste en varios e importantes aspectos comparten contenidos y sentidos comunes. Esto es un dato valioso. Por tanto, no cabe condicionar el apoyo a uno u otra. Lo inmediato, apenas se tenga claridad de la tendencia de los resultados de candidatos presidenciaes es brindar respaldo a quien obtenga los resultados para entrar a la segunda vuelta. El país estará observando con ello un gesto de consecuencia política fundamental. Por cierto, en el caso del PPD, este gesto no debiera revertir ninguna aprensión en caso de que Boric sea quien pase a segunda vuelta. Y entendemos que lo mismo debería ocurrir desde al bloque de Apruebo Dignidad (FA,PC) para Yasna Provoste.

La derecha aunará esfuerzos detrás del candidato que emerja hacia la segunda vuelta. La forma cómo ellos evaluarán aquello es materia de sus propias decisiones. Lo notable sería que queden fuera de escena. 

En el actual escenario con la eventual derrota, la histórica centroizquierda (concertación y luego nueva mayoría) enfrentaría ahora de todas maneras un problema mayor al de las dos derrotas anteriores (con Frei Ruiz Tagle y Guillier):  y concluiría su ciclo histórico y la generación política que derrotó a Pinochet y que dio vida y fortaleza a la transición democrática y gobernó Chile por 25 años habrá de pasar a retiro definitivo  y tendrá que reciclarse.

Los partidos tradicionales de la centroizquierda: PR, PDC, PS, PPD y los nuevos P. Liberal y Ciudadanos, vienen caminando en medio de un fatigoso proceso de desgaste, de errores políticos, concupiscencias con el poder y el dinero, corrupciones, autoritarismos partidarios, predominio de caudillos e incumplimiento de promesas, todo lo cual ha traído consigo importantes y significativos costos electorales, en particular para partidos como el PR, PDC y el PPD, los que esperan con ansiedad los resultados electorales parlamentarios.

También, por un sentido de justicia histórica, es importante señalar que estas colectividades han sido importantes contribuyentes al desarrollo de una democracia y la recuperación de derechos humanos esenciales, y que lograron poner a Chile en un marco de desarrollo social y económico con muy importantes logros. Pero la gente dirá -con justa razón- que "para éso los elegimos". Entonces, el problema no está centrado sólo en los resultados de la acción de gobierno de Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, principalmente, sino en el modo de hacer las cosas. Y aquello se volvió endémico. 

El escenario parlamentario, tan solo en la Región Metropolitana, que concentra casi la mitad de la población de Chile y sigue siendo un referente neurálgico de procesos sociales y políticos, se presenta opaco para la centroizquierda. Diversos analistas han concluido que el Nuevo Pacto Social perdería sus dos cupos senatoriales (PPD-PS) y no elegiría un nuevo senador/a en Santiago. Las opciones se concentrarían en el bloque Apruebo Dignidad (2 senadores), Chile Podemos y Republicanos(2 senadores) y un independiente. Oliva, por su estruendoso error administrativo privaría al FA+PC de una tercera senaduría. 

Lo paradojal de este proceso es que esta centroizquierda logró buenos resultados en la Convención constitucional y en la elección de Gobernadores y de Alcaldes y Concejales.Pero en parlamentarias la sociedad, el pueblo, los electores en definitiva buscan algo distinto.

El PPD y su destino.

Independientemente de los naturales buenos deseos a nivel interno y del esforzado despliegue de candidaturas, después del PS y del PDC el PPD deberá estar preparado para asumir una realidad electoral que podría tener un sabor más que amargo. 

Su eventual ausencia parlamentaria en la Región Metropolitana, sería una señal de un declive muy potente y su logro parlamentario a nivel nacional, aunque fuese con un piso mínimo, suficiente en términos legales como para seguir existiendo como institución política, situaría al partido en el temido rango de los partidos sin relevancia. Y esto podría ser un durísimo revés a considerar. 

Sus mejores posibilidades de cierta revitalización van de la mano con el triunfo de Yasna Provoste al situarse como un eventual partido de gobierno. Aquello, como la miel, atraerá a quienes se han distanciado del partido y la cúpula partidaria podría reforzarse  a si misma en la sola gestión de gobierno actuando dadivosamente...  No es un buen camino, en todo caso, para un partido que requiere recuperar muchas más cosas que la confianza y la credibilidad de los electores. 

Los grandes desgastes del PPD vienen, precisamente, de haberse convertido principalmente en un partido de funcionarios (municipales, parlamentarios, gubernamentales) y haber abandonado aquellas redes sociales que construyó entre 1988-2000. La convivencia con el poder degeneró en prácticas muy discutibles y el clientelismo campea las estructuras partidarias. Ganar el gobierno es un deber y una tarea fundamental para generar grandes reformas sociales y políticas. Pero si un partido político concentra sus energías sólo en el aparato estatal e institucional, es inevitable que más temprano que tarde se produzcan crisis de corrupción, verticalismo, autoritarismos internos y caudillismos y una cierta cultura de blanquear los sucesos... El PPD en su estado actual de desarrollo no podría soportar una profundización de este tipo de crisis. Y atacar este asunto ahora es una urgente prioridad.

Pero los hechos políticos son como son. Con Yasna Provoste en segunda vuelta y a pesar de los resultados electorales, los partidos del Nuevo Pacto Social se revitalizarían. No cabe duda. Y ante la sola posibilidad de recuperar el gobierno, toda crítica a los modelos de construcción de partidos podrían ser reemplazadas por un raciocinio autocomplaciente y acomodaticio. 

Un segundo tema, no obstante, es que la centroizquierda, particularmente integrada por el PS-PPD-PR, en tanto eje político tendrá que trabajar un nuevo modelo de referente común, porque es evidente que en el PDC, con la próxima elección interna, también deberá resolver un "camino propio". Con mayor razón, en el caso de un triunfo de Boric, el PPD no tendrá márgenes relevantes para recuperar su condición de partido-eje y lo mismo acontecerá con el PR, Ciudadanos y los Liberales. No son partidos apreciados en un amplio sector de la izquierda.

En tal escenario el PPD podría liderar, tal como hizo al impulsar la convergencia social y luego el nuevo pacto social, el desarrollo de un nuevo referente de unidad política que unifique los resultados electorales en un contexto de oposición a la derecha, si triunfa su candidato en la segunda vuelta o de colaboración con el gobierno de Apruebo Dignidad. Lo elemental es entender que el PPD, sólo o circunscrito solamente al PS tiene un devenir muy relativo y esa alianza debe ser evaluada.

La situación interna del PPD: una gran reforma de su propia constitución.

Entre otros temas a considerar hay una sensación de que la institucionalidad partidaria está requiriendo, con urgencia, una importante reforma. Una cantidad no despreciable de militantes han renunciado en estos meses. La cifra de tales renuncias aún se mantiene en reserva, incomprensiblemente, pero supera el promedio de los últimos años. Esto está reflejando una desafección muy profunda, especialmente si no se observan correcciones adecuadas. 

Los problemas del PPD no son ni sus valores ni sus principios ni sus bases programáticas. Radican en su modelo de construcción y gestión con una muy fuerte y ya indeseable preeminencia de caudillismos que están generando un deterioro profundo en materia de resultados democráticos en la vida interna. La confianza de los militantes en sus instancias de conducción comunal, regional y nacional ha decaído considerablemente y no podemos cerrar los ojos ante estos hechos.

En consecuencia, este es un tema que no puede posponerse y la experiencia indica que se puede caminar y desarrollar varias acciones al mismo tiempo. En el año 2008 el consejo nacional aprobó un voto político para convocar a una Primera Conferencia Nacional de Organización del PPD, precisamente para producir una reforma profunda de nuestra constitución orgánica. Nunca fue convocada y en cada oportunidad que se planteó aquello, la iniciativa fue pospuesta. Y el voto político sigue vigente.

En enero del 2021, trece años después, otro Consejo Nacional aprobó (nuvamente) iniciar una Reforma de los Estatutos. Las veces que se planteó en la mesa nacional de la época la tarea de constituir la comisión convocante de dicha reforma, la iniciativa volvió a ser pospuesta. ¿Qué indica este tipo de decisiones? ...

Que predominan intereses y poderes internos que no ven con buenos ojos tal proceso de reforma de nuestra constitución orgánica, en parte, porque tales intereses tendrán que ser afecados profundamente, como corresponde a un régimen democrático de verdad. Por ejemplo, la garantía absoluta de que las decisiones de los consejos regionales no serán modificadas por el accionar de un sector o grupo parcial de dirigentes; limitaciones a la autonomía de las direcciones comunales, regionales y nacional y reemplazo inmediato, sin mediaciones, de todo dirigente que no cumpla con sus deberes habituales. Una entidad altamente cuestionada es el Tribunal Supremo y podría darse el caso de que en un debate nacional sobre la reforma de nuestros estatutos, dicho Tribunal sea electo por el voto directo de todos los militantes. También se podría considerar la norma democrática de revocación anticipada de cargos mediante voto popular, ante abandono notable o incumplimiento de deberes como dirigente e instaurar un mecanismo (hoy facilitado por el uso de plataformas tecnológicas) de consultas nacionales a los militantes antes de resoluciones políticas de carácter trascendental. Y así.

Hay muchísimas medidas que deben ser revisadas, actualizadas y modificadas conforme a la idea de una democracia con carácter horizontal y descentralizadora.  Una reforma constitucional del PPD puede no ser suficiente pero ayudaría mucho a re-encaminar la senda de un partido que aun podría contribuir al desarrollo democrático, siempre y cuando -también hay que decirlo- emerja una masa crítica de verdad en el partido. Hay militantes que en reserva o en conversaciones privadas son críticos, y mucho, a la conducción de cúpulas, pero luego actúan conforme a lo que esas mismas cúpulas determinan. Es una masa pobre. Basta una llamada telefónica o alguna reunión de redes de caudillos y la criticidad disminuye y desaparece.  Sin masa crítica los partidos políticos pierden fortaleza. Pero hay que tener coraje para sostenerla abiertamente y actuar en conecuencia.

La elección presidencial de primera vuelta implica entonces:

1.- Compromiso efectivo con Yasna Provoste hasta su triunfo como presidenta de Chile y fortalecimiento de la campaña hasta la segunda vuelta.

2.- Caso contrario, apoyo inmediato a Gabriel Boric, sin condiciones de ningún tipo. 

3.- Evaluación política e institucional de los resultados electorales del PPD en lo parlamentario; convocatoria al Consejo Nacional para la adopción de decisiones políticas colectivas y puesta en marcha de inmediato de la Comisión Nacional de Reforma de los Estatutos del PPD y poner en agenda la formulación de un referente político que capitalice logros electorales del Nuevo Pacto Social con una alianza estratégica.

Estas son cuestiones fundamentales para sostener la idea de que el PPD merece una buena oportunidad.

Domingo Namuncura
Editor.

 **********

7 nov 2021

Renuncias en el PPD.

Sostenido proceso de renuncias de militantes y personalidades del PPD son señales que no se pueden omitir o desdramatizar.



En los últimos días el diputado Ricardo Celis, el ex Senador Felipe Harboe y la ahora ex vicepresidenta nacional Carol Lagos Valderrama y Marcos Alvarez, ex concejal y ex secretarios nacional electoral, entre otros varios nombres han renunciado al PPD. Se suman dirigentes como Juan Eduardo Faúndez, quien junto a otros ex militantes recientemente renunciados han optado por dar vida a un nuevo proyecto de partido político. En estos días han renunciado también Leyla Pichara, Juan Pablo Silva y Roberto Mellado con una extensa trayectoria en sus respectivas regiones y ámbitos de acción social. 

Se podrá decir, como en el caso de Harboe, que se trata de "casos previstos". Sin embargo, siendo esto algo evidente en cuanto al ex senador de Ñuble y hoy convencional ex-ppd independiente, no es lo mismo con relación a los compañeros/as que siempre habían mantenido un férreo compromiso con la colectividad.  A estos nombres se están sumando otras personas, conforme así lo están señalando en redes sociales y grupos de redes internas en el PPD. 

El proceso de renuncias se inició un poco antes de la elección interna y se ha ido acrecentando con posterioridad. Y es necesario evaluar aquello y establecer si, en realidad, se trata de renuncias que en promedio no son mayores a las normales en estos varios años o si, en realidad, estamos ante un escenario complejo que se asocia a percepciones de resultados que se presentan inciertos para el PPD en materia de Senadores y Diputados, entre otros factores.  La renuncia del diputado Celis debiera atenderse como una señal inmediata a considerar.  En estos casos la transparencia informativa es fundamental y los miembros de esta comunidad política tienen derecho a saber cuál es el estatus del número de renuncias, dato que no está aún disponible y por lo tanto alimenta conjeturas.

La realidad está indicando no obstante que las renuncias ya no son sólo de militantes del nivel comunal o provincial o regional, sino que ya alcanzó a la bancada parlamentaria y ahora a la mesa nacional, a pocos meses de su elección.

Lo "políticamente correcto" (?) sería desdramatizar los hechos si se tratase de circunstancias excepcionales.  Al afirmar que se esperaba más temprano que tarde la renuncia de Harboe y que todo lo demás es "lamentable" (Celis y algunas otras personas) y que no hay mucho más porque preocuparse podría ser como "darse un balazo en el pié" pues, pareciera ser que en la percepción amplia de muchos militantes del partido hay preocupación por el estándar institucional, el bajo relieve político, la estructuración de la campaña y de sus recursos y esa sensación no agradable que resulta del trato de las encuestas hacia un partido que arriesga perder relevancia política aun cuando lograse sobrevivir electoralmente.  De partida, si el PPD pierde todo posicionamiento en la región metropolitana y desciende en regiones sería un drama político de magnitud y sus efectos serían demasiado inquietantes.


Juan Eduardo Faúndez, se inició como dirigente nacional de la JPPD.
Leyla Pichara, dirigenta regional metropolitana.
Carol Lagos Valderrama, elegida recientemente como Vicepresidenta Nacional
Felipe Harboe, ex senador del PPD.
Renunciados al partido en estos días.

Restan algunos días para la elección presidencial del 21 de noviembre y hacia la madrugada del 22 los militantes seremos notificados por la ciudadanía respecto de la elección de nuestros candidatos a Core, diputados y senadores. Y no será solamente la actual mesa nacional la apuntada por resultados eventualmente desventajosos. Sería injusto atribuirle grandes responsabilidades. El proceso viene desde hace varios años con una pérdida gradual de electores y como resultado de un modelo de acción político-institucional que ha sido muy difícil de modificar. Persiste esta suerte de triangulación de poderes en donde la gran base militante está en el piso inferior, una sección intermedia de dirigentes con rangos limitados de consulta y un accionar y motivaciones limitadas y una cúpula mayor con un importante sesgo autoritario, cuestión que ha atravesado a las últimas direcciones nacionales desde el 2010 en adelante. En suma: estamos enfrentados a una situación histórica, que no ha sido asumida con transparencia y que ha ido derivando en un proceso lento pero sostenido de pérdidas y fragilidades en diversos aspectos, de nuestro accionar político, de nuestra institucionalidad, de nuestra normativa, de nuestro modelo de decisiones, a todo nivel. 

El que todo esto no se convierta en un desplome (en donde el resultado final es la irrelevancia política), requiere un compromiso enorme de todos los militantes y dirigentes sin excepción ni exclusiones de ningún tipo para abordar, de verdad, una profunda reforma del PPD, histórica, sin precedentes, para retornar en parte fundamental a nuestros principios y valores (hoy relativamente laxos) y sobre todo a un modelo institucional democrático sin lagunas o baches o dobles intenciones. Esto es, una "operación de salvataje" de la institucionalidad y se necesita una convocatoria que supere la frontera de grupos o facciones. 

Las renuncias a un partido político, luego de varios años de militancia y compromiso son siempre dolorosas y amargas. Especialmente cuando en algunos whatsapp ppd alguien, irresponsabledmente, exclama "¡Por fin se fueron! Ahora quedamos los de confianza"...  También es notorio cuando son muy pocas personas quienes lamentan la partida de personas queridas y no faltan quienes critican como "deslealtad" la renuncia de quienes "aprovecharon el partido" en mejores tiempos...  El lenguaje de la revancha no da cuenta de procesos más profundos o complejos, los que hay que saber comprender y sacar lecciones de aquello.

Una comunidad política de 34 años que comienza a desmembrarse lentamente, que ha disminuido drásticamente su potencial electoral, cuya institucionalidad es de flotación y sus liderazgos ya no representan el peso histórico que alguna vez el PPD desplegó con fuerza y mucha potencialidad, debe decantar su camino luego de esta elección presidencial y parlamentaria y convocar o autoconvocar la voluntad de todos quienes cuentan con el compromiso de revertir este proceso.  El primer problema que habrá que resolver es que para que la comunidad política revierta su crisis, la democracia interna, sólida y potente, debe recuperar un sitio que a todos brinde confianza y luego realizar, de inmediato, una profunda reforma de su propia constitución política. Por cierto, los poderes fácticos deberán ser los primeros en ser afectados, además por las responsabilidades que cargan históricamente hasta haber llegado a este punto.

He sostenido en todos estos meses que la crisis de fondo del PPD no son ni sus valores ni sus principios ni sus bases programáticas. Y mantengo esa convicción.  El día que el PPD se derechice o se incline, aunque sea levemente, hacia un conservadurismo disfrazado de "liberalismo progresista" será el momento para una renuncia por convicción ideológica. Ese momento aún no ha llegado. Hemos estado cerca alguna vez, pero la comunidad ha sido franca en enfrentar aquello. 

Nuestro problema tiene que ver con el modelo de funcionamiento institucional y democrático del Partido. Y casos que representan la fragilidad de esto ya son demasiados. Y el común denominador son las prácticas internas de poder, las convivencias de facciones, el soliviantamiento de nuestros estatutos y normas, un cierto desprecio a los acuerdos regionales, los favoritismos y exclusiones... En un período tan demandante como el actual, social y políticamente, cuando se dice que "en el PPD nadie sobra" pero en la práctica es lo contrario, tenemos entonces otro tipo de cuadro político: el funcionamiento democrático e institucional de una comunidad política, que si no brinda confianza y garantías que ya han sido consensuadas, deja en entredicho la pregunta de si vale seguir perteneciendo.  

Es preferible renunciar a un partido que extravía su norte ideológico (por abandono de sus ideales fundamentales) a renunciar porque la democracia interna, la institucionalidad del partido, se encuentra en proceso de quebrantamiento. Por tanto, siendo esto último lo esencial de esta crisis, creo firmemente que podemos enfrentarla y habrá costos: los poderes fácticos se resentirán, los administradores del poder interno tendrán que ceder y la institucionalidad deberá ser confirmada.  En alguna ocasión anterior, luego de las controversiales decisiones tomadas respecto de la definición de candidatos/as a la convención constituyente (caso Teresa Valdés entre los más emblemáticos) llegué a sostener que "el ppd necesita un estallido social. De otra manera ciertas prácticas no cambiarán"... Fue un comentario.  Lo sigo sosteniendo y se requiere voluntad, sobre todo para colaborar de verdad en tratar de rescatar entre todos esta historia de 34 años en la que muchos de nosotros/as hemos puesto gran parte de nuestra vida.


Elección interna en la JPPD

Cristóbal Barra continúa como presidente nacional de la JPPD. Una elección normal con una baja de electores jóvenes.

En las elecciones internas de la juventud en el 2016 participaron dos listas en competencia y votaron 626 personas.  En el 2019 hubo una nueva elección competitiva y votaron 426 jóvenes. En el 2021, no hubo competencia en la mesa nacional y votaron alrededor de 160 electores. 

Al igual que en las elecciones nacionales de directiva la votación interna ha venido disminuyendo de 9.998 votantes en el 2018 a 7.800 en el 2021. Los militantes del PPD -adultos y jóvenes- que votan en eventos internos parecieran estar dando señales de un proceso más profundo.

En paralelo, se trata también de tiempos de campaña presidencial, parlamentaria y de Cores. La ciudadanía que votará por nuestros candidatos/as brindarán otras señales, esta vez en relación con el devenir de la centroizquierda. Para diversos militantes, el 21 de noviembre -fecha de elecciones- podrían marcar un antes y un después.

La nueva mesa nacional de la JPPD está integrada por Cristóbal Barra, estudiante de último semestre en Filosofía (U. de Chile). quien ya ejercía este cargo desde la mesa juvenil anterior y postuló a la reelección. Lo secundan Bárbara Sepúlveda como Secretaria General y Lukas Soto, como secretario de organizaciones.

A nivel regional presiden la JPPD: Nicolás Meza (Arica-Parinacota); Carolyne Zuleta (Atacama); Mohammed Akbari (Coquimbo); Yadira Vallejos (Región metro); Scarlett Zúñiga (O'Higgins); Javiera Paz (Maule); Gabriela Fernández (Ñuble) y Roberto Castro (Araucanía), a todos quienes -por cierto- deseamos lo mejor en su gestión como nuevos dirigentes de la JPPD nacional.  

***********