Editorial

PR, PRO, PDC, Ciudadanos, PL, PPD...

¿Camino a un obituario?

Estamos en pleno desarrollo de una nueva elección presidencial. De manera ya tradicional los analistas y dirigentes se refieren a cada elección como "la más decisiva de nuestra historia", "una elección trascendental y única", "un país que se juega su destino..." y así. Y algo de verdad hay en esto: la elección de 1964 con Eduardo Frei Montalva  fue un despertar de la "Patria Joven", con cientos de miles de jóvenes, obreros y pobladores en las calles en manifestaciones increíbles, multitudinarias. Lo mismo con Tomic y Allende en 1970.  Varios de nosotros éramos muy jóvenes y vibrábamos con los himnos de las campañas, "Venceremos" y otros. Chile se jugaba grandes anhelos de cambio y reformas en esas elecciones. 

Hubo otro momento significativo con la campaña del No en 1988 cuando derrotamos a Pinochet y nuevamente en 1989 con el fragor de la esperanza y el aliento de "Chiiiiile...La alegría ya viene" y de la campaña presidencial con Aylwin. 

Las siguientes campañas -ahora en democracia- en 1993 con el triunfo de Frei Ruiz-Tagle; en 1999 con Ricardo Lagos (fundador del PPD) y en el 2005 y 2013 con Michelle Bachelet abrieron una constructiva senda de hegemonía política con una centroizquierda muy potente y relativamente imbatible en lo electoral.  Pero la oscuridad de los procesos políticos siempre está ahí, presente, agazapada esperando su momento. Y llegó la derrota. Frei perdió la elección presidencial en el 2010 y cayó la noche oscura sobre la coalición electoralmente más exitosa del siglo XX y parte del XXI. Y la derecha retornó en gloria y majestad.

La oposición ante Piñera-1, de izquierda y centroizquierda, logró recomponerse a duras penas, y gracias al liderazgo y carisma de Michelle Bachelet, quien tuvo dejar atrás una brillante carrera en Naciones Unidas como encargada de ONU mujeres y volver a Chile para salvar a un deteriorado bloque político, se logró recuperar el gobierno en las elecciones del 2013, con el PC incluido ahora en un referente distinto: la Nueva Mayoría. Bachelet puso sus condiciones y logró importantes reformas sociales y políticas en su segundo gobierno, dejando un camino fructífero para el mundo progresista.

Pero no fue suficiente: en el 2017 el mundo progresista se fragmentó; los partidos gobernantes perdieron credibilidad....El PS defenestró al expresidente Ricardo Lagos, a quien humilló sin pudor y optó por una "figura emergente", independiente, un senador (Guillier) que finalmente no tuvo posibilidad de convocar la adhesión ciudadana y nuevamente, la derecha recuperó el gobierno.

Cada elección presidencial tiene sus propios matices y resulta exagerado -finalmente- atribuirle un carácter apocalíptico y/o mesiánico. Al final de cuentas, y de acuerdo a las ganancias electorales, cada gobierno hará lo que es posible. Se gana con campañas y consignas pero, se gobierna con realismo "en la medida de lo posible"... Y esta frase representa cierta verdad. Aylwin lo dijo en algún discurso y fue muy criticado desde la izquierda pero en la práctica tuvo razón. Y todos los gobernantes van a tener razón.

En el escenario que se abre hoy domingo 21 de noviembre y dependiendo del voto popular, quienes ganen la segunda vuelta tendrán que asumir situaciones complejas: la izquierda y la centroizquierda no podrán fagotizarse mutuamente. Se necesitan para asegurar un gobierno que brinde estabilidad con reformas sustanciales que estarán consideradas además en una nueva constitución. La arrogancia política en este caso es una mala alternativa. La derecha, si ganase por tercera vez el gobierno, tendrá al frente a una oposición muy potente y firme y no podrá pasarse de ciertos límites.

La opción de un cambio con reformas importantes y graduales.

Las propuestas programáticas de Boric y Provoste en varios e importantes aspectos comparten contenidos y sentidos comunes. Esto es un dato valioso. Por tanto, no cabe condicionar el apoyo a uno u otra. Lo inmediato, apenas se tenga claridad de la tendencia de los resultados de candidatos presidenciaes es brindar respaldo a quien obtenga los resultados para entrar a la segunda vuelta. El país estará observando con ello un gesto de consecuencia política fundamental. Por cierto, en el caso del PPD, este gesto no debiera revertir ninguna aprensión en caso de que Boric sea quien pase a segunda vuelta. Y entendemos que lo mismo debería ocurrir desde al bloque de Apruebo Dignidad (FA,PC) para Yasna Provoste.

La derecha aunará esfuerzos detrás del candidato que emerja hacia la segunda vuelta. La forma cómo ellos evaluarán aquello es materia de sus propias decisiones. Lo notable sería que queden fuera de escena. 

En el actual escenario con la eventual derrota, la histórica centroizquierda (concertación y luego nueva mayoría) enfrentaría ahora de todas maneras un problema mayor al de las dos derrotas anteriores (con Frei Ruiz Tagle y Guillier):  y concluiría su ciclo histórico y la generación política que derrotó a Pinochet y que dio vida y fortaleza a la transición democrática y gobernó Chile por 25 años habrá de pasar a retiro definitivo  y tendrá que reciclarse.

Los partidos tradicionales de la centroizquierda: PR, PDC, PS, PPD y los nuevos P. Liberal y Ciudadanos, vienen caminando en medio de un fatigoso proceso de desgaste, de errores políticos, concupiscencias con el poder y el dinero, corrupciones, autoritarismos partidarios, predominio de caudillos e incumplimiento de promesas, todo lo cual ha traído consigo importantes y significativos costos electorales, en particular para partidos como el PR, PDC y el PPD, los que esperan con ansiedad los resultados electorales parlamentarios.

También, por un sentido de justicia histórica, es importante señalar que estas colectividades han sido importantes contribuyentes al desarrollo de una democracia y la recuperación de derechos humanos esenciales, y que lograron poner a Chile en un marco de desarrollo social y económico con muy importantes logros. Pero la gente dirá -con justa razón- que "para éso los elegimos". Entonces, el problema no está centrado sólo en los resultados de la acción de gobierno de Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, principalmente, sino en el modo de hacer las cosas. Y aquello se volvió endémico. 

El escenario parlamentario, tan solo en la Región Metropolitana, que concentra casi la mitad de la población de Chile y sigue siendo un referente neurálgico de procesos sociales y políticos, se presenta opaco para la centroizquierda. Diversos analistas han concluido que el Nuevo Pacto Social perdería sus dos cupos senatoriales (PPD-PS) y no elegiría un nuevo senador/a en Santiago. Las opciones se concentrarían en el bloque Apruebo Dignidad (2 senadores), Chile Podemos y Republicanos(2 senadores) y un independiente. Oliva, por su estruendoso error administrativo privaría al FA+PC de una tercera senaduría. 

Lo paradojal de este proceso es que esta centroizquierda logró buenos resultados en la Convención constitucional y en la elección de Gobernadores y de Alcaldes y Concejales.Pero en parlamentarias la sociedad, el pueblo, los electores en definitiva buscan algo distinto.

El PPD y su destino.

Independientemente de los naturales buenos deseos a nivel interno y del esforzado despliegue de candidaturas, después del PS y del PDC el PPD deberá estar preparado para asumir una realidad electoral que podría tener un sabor más que amargo. 

Su eventual ausencia parlamentaria en la Región Metropolitana, sería una señal de un declive muy potente y su logro parlamentario a nivel nacional, aunque fuese con un piso mínimo, suficiente en términos legales como para seguir existiendo como institución política, situaría al partido en el temido rango de los partidos sin relevancia. Y esto podría ser un durísimo revés a considerar. 

Sus mejores posibilidades de cierta revitalización van de la mano con el triunfo de Yasna Provoste al situarse como un eventual partido de gobierno. Aquello, como la miel, atraerá a quienes se han distanciado del partido y la cúpula partidaria podría reforzarse  a si misma en la sola gestión de gobierno actuando dadivosamente...  No es un buen camino, en todo caso, para un partido que requiere recuperar muchas más cosas que la confianza y la credibilidad de los electores. 

Los grandes desgastes del PPD vienen, precisamente, de haberse convertido principalmente en un partido de funcionarios (municipales, parlamentarios, gubernamentales) y haber abandonado aquellas redes sociales que construyó entre 1988-2000. La convivencia con el poder degeneró en prácticas muy discutibles y el clientelismo campea las estructuras partidarias. Ganar el gobierno es un deber y una tarea fundamental para generar grandes reformas sociales y políticas. Pero si un partido político concentra sus energías sólo en el aparato estatal e institucional, es inevitable que más temprano que tarde se produzcan crisis de corrupción, verticalismo, autoritarismos internos y caudillismos y una cierta cultura de blanquear los sucesos... El PPD en su estado actual de desarrollo no podría soportar una profundización de este tipo de crisis. Y atacar este asunto ahora es una urgente prioridad.

Pero los hechos políticos son como son. Con Yasna Provoste en segunda vuelta y a pesar de los resultados electorales, los partidos del Nuevo Pacto Social se revitalizarían. No cabe duda. Y ante la sola posibilidad de recuperar el gobierno, toda crítica a los modelos de construcción de partidos podrían ser reemplazadas por un raciocinio autocomplaciente y acomodaticio. 

Un segundo tema, no obstante, es que la centroizquierda, particularmente integrada por el PS-PPD-PR, en tanto eje político tendrá que trabajar un nuevo modelo de referente común, porque es evidente que en el PDC, con la próxima elección interna, también deberá resolver un "camino propio". Con mayor razón, en el caso de un triunfo de Boric, el PPD no tendrá márgenes relevantes para recuperar su condición de partido-eje y lo mismo acontecerá con el PR, Ciudadanos y los Liberales. No son partidos apreciados en un amplio sector de la izquierda.

En tal escenario el PPD podría liderar, tal como hizo al impulsar la convergencia social y luego el nuevo pacto social, el desarrollo de un nuevo referente de unidad política que unifique los resultados electorales en un contexto de oposición a la derecha, si triunfa su candidato en la segunda vuelta o de colaboración con el gobierno de Apruebo Dignidad. Lo elemental es entender que el PPD, sólo o circunscrito solamente al PS tiene un devenir muy relativo y esa alianza debe ser evaluada.

La situación interna del PPD: una gran reforma de su propia constitución.

Entre otros temas a considerar hay una sensación de que la institucionalidad partidaria está requiriendo, con urgencia, una importante reforma. Una cantidad no despreciable de militantes han renunciado en estos meses. La cifra de tales renuncias aún se mantiene en reserva, incomprensiblemente, pero supera el promedio de los últimos años. Esto está reflejando una desafección muy profunda, especialmente si no se observan correcciones adecuadas. 

Los problemas del PPD no son ni sus valores ni sus principios ni sus bases programáticas. Radican en su modelo de construcción y gestión con una muy fuerte y ya indeseable preeminencia de caudillismos que están generando un deterioro profundo en materia de resultados democráticos en la vida interna. La confianza de los militantes en sus instancias de conducción comunal, regional y nacional ha decaído considerablemente y no podemos cerrar los ojos ante estos hechos.

En consecuencia, este es un tema que no puede posponerse y la experiencia indica que se puede caminar y desarrollar varias acciones al mismo tiempo. En el año 2008 el consejo nacional aprobó un voto político para convocar a una Primera Conferencia Nacional de Organización del PPD, precisamente para producir una reforma profunda de nuestra constitución orgánica. Nunca fue convocada y en cada oportunidad que se planteó aquello, la iniciativa fue pospuesta. Y el voto político sigue vigente.

En enero del 2021, trece años después, otro Consejo Nacional aprobó (nuvamente) iniciar una Reforma de los Estatutos. Las veces que se planteó en la mesa nacional de la época la tarea de constituir la comisión convocante de dicha reforma, la iniciativa volvió a ser pospuesta. ¿Qué indica este tipo de decisiones? ...

Que predominan intereses y poderes internos que no ven con buenos ojos tal proceso de reforma de nuestra constitución orgánica, en parte, porque tales intereses tendrán que ser afecados profundamente, como corresponde a un régimen democrático de verdad. Por ejemplo, la garantía absoluta de que las decisiones de los consejos regionales no serán modificadas por el accionar de un sector o grupo parcial de dirigentes; limitaciones a la autonomía de las direcciones comunales, regionales y nacional y reemplazo inmediato, sin mediaciones, de todo dirigente que no cumpla con sus deberes habituales. Una entidad altamente cuestionada es el Tribunal Supremo y podría darse el caso de que en un debate nacional sobre la reforma de nuestros estatutos, dicho Tribunal sea electo por el voto directo de todos los militantes. También se podría considerar la norma democrática de revocación anticipada de cargos mediante voto popular, ante abandono notable o incumplimiento de deberes como dirigente e instaurar un mecanismo (hoy facilitado por el uso de plataformas tecnológicas) de consultas nacionales a los militantes antes de resoluciones políticas de carácter trascendental. Y así.

Hay muchísimas medidas que deben ser revisadas, actualizadas y modificadas conforme a la idea de una democracia con carácter horizontal y descentralizadora.  Una reforma constitucional del PPD puede no ser suficiente pero ayudaría mucho a re-encaminar la senda de un partido que aun podría contribuir al desarrollo democrático, siempre y cuando -también hay que decirlo- emerja una masa crítica de verdad en el partido. Hay militantes que en reserva o en conversaciones privadas son críticos, y mucho, a la conducción de cúpulas, pero luego actúan conforme a lo que esas mismas cúpulas determinan. Es una masa pobre. Basta una llamada telefónica o alguna reunión de redes de caudillos y la criticidad disminuye y desaparece.  Sin masa crítica los partidos políticos pierden fortaleza. Pero hay que tener coraje para sostenerla abiertamente y actuar en conecuencia.

La elección presidencial de primera vuelta implica entonces:

1.- Compromiso efectivo con Yasna Provoste hasta su triunfo como presidenta de Chile y fortalecimiento de la campaña hasta la segunda vuelta.

2.- Caso contrario, apoyo inmediato a Gabriel Boric, sin condiciones de ningún tipo. 

3.- Evaluación política e institucional de los resultados electorales del PPD en lo parlamentario; convocatoria al Consejo Nacional para la adopción de decisiones políticas colectivas y puesta en marcha de inmediato de la Comisión Nacional de Reforma de los Estatutos del PPD y poner en agenda la formulación de un referente político que capitalice logros electorales del Nuevo Pacto Social con una alianza estratégica.

Estas son cuestiones fundamentales para sostener la idea de que el PPD merece una buena oportunidad.

Domingo Namuncura
Editor.

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