Editorial

PPD: ¿Ser o no ser? 

¿Candidatura presidencial única de la centro izquierda?


Nota editorial


El Partido Por la Democracia ha sido perseverante en su voluntad y disposición de propiciar la unidad del movimiento político y social progresista, liderado por la centroizquierda. Durante la presidencia de Carolina Tohá y con el objeto de iniciar un nuevo ciclo político, en un extraordinario encuentro en Valparaíso y en un mediático acto en la popular caleta de El Membrillo, teniendo como testigos a delegados del consejo nacional abrazados por el océano pacífico y los cerros porteños a los pies de Playa Ancha, anunciamos el término de la Concertación de Partidos y el nacimiento de una nuevo referente, La Nueva Mayoría, ahora con la relevante incorporación del Partido Comunista, lográndose así una singular amalgama de partidos de raigambre socialista, de centro y de izquierda como nunca había ocurrido antes. Fue el adiós definitivo a la Concertación democrática y la bienvenida a un nuevo ciclo histórico, y el resultado de este esfuerzo liderado por el PPD fue el segundo gobierno de la presidenta Bachelet. 

Con la derrota presidencial de las fuerzas progresistas lideradas por el senador Guillier la Nueva mayoría se fue opacando y finalmente se fragmentó hasta el escenario de hoy, con el nacimiento de nuevas expresiones políticas que suman una profunda dispersión. Aún así, este porfiado partido por la democracia, siempre animado por la idea de la unidad social y política de la oposición logró constituir un primer referente con la Convergencia Progresista. Luego se avanzó a lo que hoy conocemos como Unidad Constituyente con la centroizquierda, incluido el Partido Demócrata Cristiano, manteniéndose así -nuevamente- la perseverancia del PPD en cuanto a jugársela de manera constante por la unidad política y social del mundo progresista, sin exclusiones. Este es nuestro sello político y sería muy extraño que hoy, precisamente cuando más se requiere trabajo y esfuerzo en pro de la unidad de toda la oposición, sijn exclusiones, fuese precisamente el PPD quien recule o retroceda en este, su afán histórico, por algún tipo de cálculo ajeno a nuestras propias definiciones y actuaciones históricas.

En consecuencia, no es el dilema de Hamlet, "Ser o no ser" el que nos invade pero se acerca. El PPD nunca debe abandonar su perseverancia por la unidad del movimiento progresista aunque, eventualmente, pudiésemos no lograr mejores resultados. Un fracaso en este propósito no debe ser como consecuencia de nuestros actos, por ejemplo, excluyendo a algún sector o, peor aún, renunciando a nuestra vocación unitaria pontificando sobre quienes son o no de centroizquierda y por tanto corriendo el riesgo de ser nosotros mismos cuestionados como "instrumentales", "sin ideología" o "ambivalentes" por ciertas votaciones en el parlamento y así, siendo todo esto adjetivaciones que, por cierto, no guardan relación con nuestros principios ni bases programáticas. 

El PPD debe distinguirse siempre como "el partido de la unidad" a todo evento. Sin poner condiciones y resguardando siempre que el fracaso de este propósito no sea nuestro sino de otros. Se dirá, probablemente que esto no es del todo realista, o que hay alguna ingenuidad en este planteamiento o que "el polo progresista" es primera prioridad. Y siempre habrá algo de razón en este tipo de observaciones. Pero lo esencial es que en toda su historia de 33 años el PPD ha sido, siempre, incansablemente el partido que nunca ha renunciado a la creación de un gran referente del mundo progresista, y a la unidad de toda la oposición sin exclusiones, aunque no seamos suficientemente comprendidos. Ese es nuestro "Ser" y por tanto no es ahora, justamente, el momento de decir que todo aquello es ahora relativo. ¿En base a qué cálculo limitado?...

Domingo Namuncura
Editor


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Aporte de ideas

La centroizquierda
 
y el vacío.

La centroizquierda que fue la estrella del firmamento político por largos años, 
ha dejado de serlo.

René Jofré Delgado (*)


Al menos, en las encuestas de opinión pública que se han conocido desde el 2018. Y si bien es cierto el respiro de la calle, el de las encuestas y el resultado electoral no siempre tienen un destino común, hasta ahora no asoma ningún liderazgo indiscutido, como fue el sino de esta corriente por largo tiempo. Tampoco sus nombres obtienen menciones suficientes para generar fuerza y adhesión. Es más, la centroizquierda tiene tantas candidaturas que la dispersión parece ser su identidad más próxima. Eso indica que el vacío no es solo de liderazgos sino uno mucho más profundo, de carácter estructural, un asomo de derrota estratégica que aparece en el horizonte. Por ahora se suceden muchas soluciones sobre la mesa para torcer lo que parece ser un destino inequívoco, pero ninguno encuentra un consenso en los distintos movimientos, partidos y personas se reconocen en ese espacio.

Estas horas oscuras.

Mientras tanto, elegir entre opciones polares parece ser el destino presidencial del país. Un país agobiado entre la crisis social y sanitaria que suma un año y medio de desarrollo. Un contexto que parecería apropiado para que los actores políticos se comporten con generosidad y altura se debate, al contrario, entre una política del espectáculo mediocre y un gobierno ideologizado al extremo. Un gobierno que mezquina los apoyos concretos para que la ciudadanía pueda resguardar sus vidas en los momentos más álgidos de la pandemia. Con aciertos y errores gruesos en lo sanitario, presa del exitismo y la frivolidad, las fuerzas oficialistas no logran generar la adhesión necesaria para enfrentar estas horas oscuras.

Enmendar los caminos.

Ante ello, como en otros momentos de la historia, la centroizquierda debe enmendar el rumbo generando un derrotero para ganar las elecciones presidenciales  y ofrecer al país un proyecto distinto para enfrentar la dura crisis que se va a alargar por años.  Ese camino tiene que recobrar identidad, abandonando el derrotismo y la culpa, saliendo al paso de las falacias argumentativas de los extremos, a derecha e izquierda, que por vía de  soluciones facilistas y simplonas quiere instalar una fantasía gubernamental sin fundamento ni respaldo en lo político y económico.

Queda poco tiempo.

Recobrar lo extraviado significa, al menos, que las distintas fuerzas que componen este segmento denominado centroizquierda concurran a una primaria legal para dirimir un candidato/a común y estas mismas fuerzas se reconozcan en un programa propio. Esto va muchísimo más allá del PPD-PS, y tampoco se trata de una suma de siglas, sino de la construcción de un sentido social nuevo, que no se agota en dos partidos, ni tampoco se termina en la política contingente, sino que da lugar al inicio de un proyecto que sume componentes independientes, dirigentes sociales y fuerza territorial. Ese camino debe tener como perspectiva y sustento, sin rodeos, la superación del modelo neoliberal y el rechazo de todo populismo, la aversión a todo personalismo y la construcción de una mayoría ética. Para eso hay fuerza en la sociedad, pero queda muy poco tiempo.

René Jofre Delgado
(*) Psicólogo
Secretario Municipal PPD

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DOCUMENTOS.

Reciente intercambio de declaraciones entre el PPD y PS.

Declaración de la Comisión política del PS.

"El Partido Socialista reitera su disposición a "consolidar una candidatura única del socialismo democrático" y sugiere "que sea el pueblo de Chile el que resuelva qué fuerza política está en mejores condiciones de confianza y respaldo ciudadano para enfrentar con su liderazgo la primaria de la oposición..."

Texto de la declaración en:

Declaración de la mesa nacional del PPD en respuesta a lo declarado por el PS.

"El compromiso del PPD por el fortalecimiento de la izquierda progresista y democrática nunca ha estado en cuestión, por lo que esperarnos podamos arribar a una candidatura presidencial única del sector para llegar a la papeleta en noviembre próximo. (...)La decisión del mecanismo definitivo con el que el PPD aspira a llegar a acuerdo será tomada en nuestro Consejo Nacional, convocado en forma extraordinaria para el próximo sábado 17 de abril".

Texto de la declaración en:

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Comisión Nacional Electoral