Editorial

 Documento en circulación.

¿"El PPD se encamina hacia
la creación de una nueva fuerza política"?

En los correos electrónicos de militantes del PPD está comenzando a circular un documento que lleva el título de cabecera pero sin interrogantes.  No tiene autoría. Es decir, no se sabe quién/quiénes lo promueven. Podríamos suponer que proviene -eventualmente- de una comisión que habría sido convocada por la comisión política o la mesa, a la que se habría encomendado la tarea de imaginar este tema y proponer una pauta.  Esta idea fue plantada y aprobada en el consejo nacional de enero y luego confirmada por una directiva nacional y después de ello nada más se supo. En ese sentido, los protocolos institucionales son importantes. Como también lo es la información hacia la militancia. Muchos documentos que tienen un sello histórico en el PPD, solicitados a  personas o comisiones, siempre tuvieron una referencia clara respecto de sus autores e instancias y no es menor dicho dato.  En este caso, no obstante, y a pesar de la ausencia de estas formalidades mínimas y dado que el documento circula con los logotipos oficiales del PPD, habremos de suponer que es un texto "oficial". ¿Sellado por quién/quiénes? Probablemente lo sabremos después. 

Otro aspecto formal, importante, es que en la circulación del documento se plantea una invitación tipo "urbi et orbe", algo así como a "todos los hombres y mujeres de buena voluntad". El tenor del texto es así de amplio: "La invitación entonces es a pensar Chile y a pensarnos como actores que aportan desde lo que fuimos, desde lo que somos y desde lo que pretendemos ser..."  Y ahí el texto concluye. No hay indicaciones respecto de cómo se ha de realizar esta conversación, con qué plazos, bajo qué metodología y cómo se irá recogiendo el parecer los ciudadanos militantes del ppd y luego de las instancias orgánicas que tendrán que ir tomando decisiones. Es igualmente probable, en todo caso, que de todo esto iremos sabiendo en el camino.

Estas disquisiciones pueden resultar incómodas. Y, precisamente, tienen ese objetivo de incomodar. Si nos vamos a plantear, en serio " que "el ppd puede dar por cumplida la misión de recuperar e instalar la democracia"  ¿Debe entenderse que el ppd -como algunas personas indicaron antes- ha dejado de ser lo que debiera poder ser? ¿Explica esta sensación el que un poco más de 1.800 personas ya han renunciado a la colectividad en los últimos meses? (fuente Servel). O que, aún cuando "no ha existido otro partido progresista, ecologista, liberal, socialdemócrata y feminista" (decisiones que son recientes, desde el 2019 con el IV Consejo nacional estratégico), "El PPD fue la innovación política más significativa a la vuelta de la democracia" y ¿Por lo tanto? El concepto "fue" corresponde al pasado y ¿Qué queda para el futuro?

Dice el documento: "Se requiere con urgencia una nueva izquierda libertaria y moderna, con vocación de futuro y de mayoría que trascienda las antípodas autoritarias, centralistas y anacrónicas de una izquierda tradicional, una izquierda varada en el siglo XX, que solo confía en el estado y relativiza la defensa de la democracia y los derechos humanos."  Y se debe deducir entonces que aún cuando el ppd "fue" lo que fue, entonces igualmente puede "seguir siendo" en la tarea de constituir un nuevo referente. Y vamos al desarrollo de estas ideas acogiendo esta invitación "urbi et orbe".

El IV consejo estratégico del PPD (2018-2019) fue mucho más determinante en establecer una perspectiva estratégica que no se cumplió en un plazo inmediato, pero que sigue vigente.

Este documento en circulación recoge nuevamente varias ideas ya formuladas y acordadas por todo el PPD en el 2019. Veamos algunos titulares de aquella época:

+ La centroizquierda y el PPD tienen que reinventarse.
+ Tenemos que terminar con la tremenda ruptura entre política y sociedad.
+ Tenemos que ser capaces de responder a los temas de futuro.

La identidad del PPD fue un tema largamente debatido luego de la convocatoria en el 2018 del IV Consejo nacional estratégico y finalmente acordamos que "el nuevo sello ppd" sería el de un partido progresista, de izquierda democrática y liberal, feminista, verde, social y regionalista".  ¿Cuánto de estos marcados conceptos han sido asumidos por la institucionalidad y militancia del PPD?.

El remate de estas ideas viene con el capítulo de los desafíos del PPD y al respecto dijimos: "Hoy la sociedad chilena se encuentra en un nuevo momento histórico, socialmente en un nivel de desarrollo más amplio y culturalmente con una conciencia más profunda respecto de sus derechos y demandas".  Señalamos esto varios meses antes del estallido social del 18-O" y, por tanto, "entendemos que ha llegado el momento de proponer al país un nuevo comienzo, un nuevo pacto social, político y cultural, que dé cuenta de lo mejor de nuestro pasado reciente y con la vista puesta en democratizar el futuro".

Realicemos entonces una primera autocrítica. ¿Cuánto de todas estas afirmaciones -que están reiteradas en el documento titulado "El ppd se encamina hacia una nueva fuerza política"- han sido asumidas, promovidas y cauteladas por la institucionalidad del partido y de sus militantes?.

Segunda observación: Se dice en este documento que "el pueblo no ha querido ponernos por debajo de otros pactos y coaliciones. Este resultado merece una autocrítica profunda" y la verdad de los hechos, tanto por resultados electorales como de diverso otro tipo, indican que el pueblo de Chile, sí nos puso -efectivamente- por debajo de otros pactos y coaliciones. De partida, el ppd perdió una primaria presidencial. Luego, perdió candidatos al municipio y al parlamento y mantiene lo esencial. También perdimos -en coalición- la elección presidencial. Y quedamos debajo de un proceso electoral y político en donde hoy la voz del ppd es relativa y si no fuera porque contamos con una bancada de senadores y diputados, en una cierta proporción, estaríamos en una situación más compleja. ¿Por qué llegamos a este estándar? El análisis autocrítico no se ha realizado en profundidad. En parte, en el mismo documento sin firmas se señala al menos una razón: "grandes errores cometidos por integrantes destacados del partido, mal enfrentados, y sobre los cuales nos hemos realizado múltiples autocríticas, provocaron un grave daño en nuestra imagen y credibilidad". 

El nudo central que se nos proponeel documento apunta a que "se requiere con urgencia una nueva izquierda libertaria y moderna, con vocación de futuro y de mayoría, que trascienda las antípodas autoritarias, centralistas y anacrónicas de una izquierda tradicional, una izquierda varada en el siglo XX, que solo confía en el estado y relativiza la defensa de la democracia y los derechos humanos".

Lo valioso del documento "El ppd se encamina...." es poner en perspectiva algo profundamente conversado entre los años 2018-2019 y en varios consejos nacionales y esto que el ppd agotó su ciclo principal y otras fuerzas políticas de la centroizquierda, lo mismo. Y una serie de errores llevó a la centroizquierda a un resultado que todos lamentamos. Resolver esto, requiere algo más que una invitación a volver a debatir aquellas ideas para que el resultado final no sea otro documento de ideas y así sucesivamente.

El PPD debe clarificar en serio si "fué" un referente relevante, si "puede seguir siéndolo" o si ya estamos en la etapa en que el ciclo de 33 años de historia hay que cerrarlo.  

Este tema no merece eufemismos ni retórica. Implica decisiones políticas, institucionales y orgánicas muy precisas. De partida, un debate político orgánico (totalmente lejano a cualquier tipo de invitación "urbi et orbe") requiere que todas sus instancias sean convocadas formalmente a subsanar, primero, problemas de desarrollo democrático institucional del partido (y no hay que ser ciegos frente a esto). Se necesita que los militantes participen con su opinión efectiva y que sean, primero, escuchados, y muy profundamente.  Luego, que el tema sea asumido por las orgánicas de resolución oficial con qüorom reales y sólidos. Esto es un proceso dialógico y no necesariamente discursivo solamente. Se necesita una pedagía de trabajo y el compromiso de dirigentes y militantes que deben tomar conciencia en cuanto a que lo que se resuelva define el destino de una colectividad.

¿Es prematuro plantearse este tipo de dilemas. ¿To be or not to be? Si nos dejamos llevar por la ilusión de que haber logrado retener el porcentaje electoral justo y necesario para sobrevivir como partido es un oxígeno suficiente para permanecer, estaríamos equivocando los caminos. Si creemos que una decisión de "ir a la construcción de una fuerza política de centroizquierda" se puede lograr en un mediano plazo con otros actores políticos que también están refugiados en sus logros electorales y que difícilmente desatarán sus nudos para anudarse con nosotros, es otra hipótesis a escarbar.

¿En qué consiste entonces la idea de una nueva "fuerza política", de centroizquierda, entendemos, promovida por el PPD?  ¿Habrá suficiente confianza social y militante en personas de otras colectividades que estén disponibles para creerle al PPD su "vocación" de futuro subsumiéndose en un proyecto distinto a su propia esencia?

Los procesos políticos, sabemos, son dinámicos, pero nunca tanto. También es cierto. La formación de coaliciones de partidos es un proceso normal y natural así como su disolución. La Concertación se mantuvo potente y poderosa desde 1985 luego de la lenta convergencia de diversos partidos que lograron agruparse en la concertación por el NO y luego en la concertación por la democracia. El PPD fue un partido históricamente eje de ese proceso.  Con la derrota del Frei Ruiz-Tagle en el 2009 y el ascenso de la derecha la coalición entró en un declive y fue el propio PPD  y recordemos pues, con Tohá de presidenta partidaria, que en la caleta El Membrillo de Valparaíso, en un acto público el partido cerró el ciclo concertacionista y anunció la creación de la Nueva Mayoría con el PC incluido.

Fue -como se dice- "una movida astuta" en la cual todos los partidos derrotados por Piñera entendieron que solo unidos podrían ganar el gobierno. Y así fue, con Michelle Bachelet, pero en el seno de la centroizquierda ya estaba incubado el virus de un fracaso político por cuanto -a pesar de todos los grandes progresos conseguidos por su gobierno- los partidos de la centroizquierda (ppd incluido) perdieron su capital más relevante: credibilidad, compromiso con la sociedad civil e incumplimiento de promesas.  La derrota del senador Guillier en el 2017 sólo sería la antesala de la disolución total de la concertación y luego de la nueva mayoría.

¿Qué reemplazó aquello? El PPD se esforzó: creo la convergencia progresista (PPD-PS-PR). Luego pasamos a los acuerdos por el apruebo. Intentamos sumarnos a una primaria presidencial y la nueva coalición de izquierda rechazó nuestro intento. Nos sumamos a primarias no legales y finalmente terminamos en a la idea de un Nuevo Pacto Social y ahora, no es claro en qué estamos, con el PS muy cercano a la coalición gobernante y el PR-Liberales y Ciudadanos buscando su propio camino. Y con el otrora potente PDC de los años fuertes de la Concertación ahora lejanos y reducidos también electoralmente.

¿Quiénes son, realmente,  los destinatarios de nuestro llamado a formar una "nueva fuerza política"? 

La experiencia histórica ha demostrado que los resultados de "agrupamientos innovadores" de grupos, fracciones o tendencias que han dejado sus partidos para formar una "nueva gran fuerza política" han terminado en proyectos de corto alcance.   Por su parte, los llamados "partidos consagrados" por la historia (con muchas décadas en el cuerpo no van a ceder -fácilmente, al menos- a subsumirse en combinación con otros.  El PS en 1991 nos convocó a su gran "congreso de unidad de la renovación socialista". El PPD se dividió porque gran parte de los liderazgos PS-PPD en el partido, volvieron al PS y nosotros hicimos una apuesta y nos fue bien para quedarnos como partido autónomo del PS.  Pero ahora el PS sigue siendo un partido potente (15 convencionales versus dos del ppd entre otros aspectos) y no está en su agenda ningún proyecto de fusión ni de nuevos referentes.  El PR, inteligentemente, se ha sostenido por décadas con su perfil de partido-bisagra y ha resistido muchos embates. Liberales y ciudadanos fueron construcciones recientes. El PDC mantendrá su línea de flotación política sin necesidad de ceder en su identidad histórica. ¿Cuáles son los partidos con los cuales en el documento en circulación se buscaría construir una "nueva fuerza política"?

Hablemos de partidos políticos que concurren a dicha formación y no de grupos o fracciones o, acuerdos entre intelectuales y "figuras" de la política nacional que levantan sus brazos señalando que "ahora si", "somos la nueva fuerza renovada" de la centroizquierda. Este relato ya no es creíble. Y la idea de que otras fuerzas, de la izquierda emergente y ciudadana, podría atender con especial interés esta idea de un "encuentro fundacional", por el momento, hay que dejarla de lado. 

¿Una nueva fuerza social con énfasis ciudadano, feminista, verde, indigenista? ¿Un PPD re-transformado, sumando nuevos contingentes sociales igualmente emergentes? ¿Con los mismos líderes al frente, que han conducido el partido en las últimas décadas? ... 

Valoremos, no obstante, el esfuerzo de reponer en el debate interno todo aquello que ya fue debatido amplia y profundamente en el IV Consejo nacional estratégico.

Pero no pretendamos que lo que estamos planteando ahora es nuevo, novedoso y/o atractivo. Especialmente, porque sigue pendiente la pregunta de fondo. ¿Y qué sucedió, entonces, con aquellos acuerdos y compromisos que adoptamos en dicho IV consejo del 2019 que tuvo la virtud de avizorar los escenarios que se nos venían por delante?

El PPD mantiene intacto aún, su Declaración de principios, su Código de Ética y sus Bases programáticas. Se ha mantenido en posiciones de izquierda y de centroizquierda. Aunque en algunos momentos ha prevalecido una cierta mirada neoliberal en algunas decisiones políticas, en lo sustancial, en 32 años de historia el pueblo PPD ha empujado posiciones progresistas. No hay, todavía, fracturas ideológicas en el sustrato doctrinario y político del partido que obliguen a una renuncia masiva al Partido. Las severas renuncias de estos meses tienen que ver con otra cosa: con una institucionalidad democrática fallida y con problemas de coherencia política entre nuestro relato y los actos necesarios para reflejarlos.  El PPD es mirado ahora como un partido "del pasado" y no del futuro.

Construir futuro no es cambiar generaciones de dirigentes que tuvieron (tienen) un control férreo, todavía, de la institucionalidad que va quedando, por otras generaciones distintas. El problema excede dicho marco. Hubo un período asociado al segundo gobierno de la presidenta Bachelet en que una generación (llamada de los 90) "tomó control" de importantes intancias partidarias en un contexto de participación gubernamental y los resultados aún nos falta evaluarlos en profundidad. La generación de los fundadores, que realizaron una gran contribución política, se extendió  -en diversas puertas giratorias- por tiempos muy prolongados sin permitir ni promover nuevos procesos de liderazgos. Otra generación intermedia que alcanzó importantes cuotas de poder se quedaron en el camino. Y así.

El PPD requiere, primero, desarrollar un profundo proceso de aggiornamento, como cuando el Papa Juan XXIII -después de 400 años de una cómoda historia eclesiástica- remeció los cimientos y convocó al II Concilio Vaticano e hizo abrir todas las puertas y ventanas de una Iglesia muy mohosa y tóxica.  Se requiere coraje para esta tarea, pues los poderosos intereses de la curia vaticana hicieron todo lo necesario para oponerse y luego para aplazar el Concilio y finalmente para ponerle un bozal y pensaron que con el arribo de Paulo VI (liberal moderado) las cosas "volverían a su rumbo normal". Pero el Papa Juan XXIII había olfateado e intuido que al abrir las ventanas y puertas de la Iglesia, entraría  -inevitablemente- una masa de aire fresco de curso imparable.  Al II Concilio le debemos después la histórica Conferencia de Medellín, cuando las conferencias episcopales de las iglesias de américa latina proclamaron su histórico Manifiesto en favor de los pobres y de los cambios estructurales en el continente y los movimientos sociales (muchos de inspiración católica y laica) encontraron en dicho proceso un apoyo inconmensurable. Fue el período de auge de la Teología de la Liberación, un auténtico y profundo proceso de renocación de la Iglesia del siglo XX.

Disculpen la disquisición eclesial en un análisis político, pero hay procesos que vale la pena estudiar. Y no por nada la Iglesia tiene 2.022 años de historia, contra apenas 32 años del PPD y de otros partidos.

El aggiornamento del PPD indica que debemos ir a una profunda renovación de nuestra propia constitución interna. 

Si los problemas del PPD no son de escala valórica, ni doctrinaria ni de sus bases programáticas sino que -principalmente- provienen del crítico desarrollo de su institucionalidad democrática fallida y esto tiene efectos importantes en el imaginario social que ve al PPD como lo ve ahora, entonces, esta materia que tiene una enorme prioridad, debe ser tratada como tal, primero, para reordenar tales prioridades y poner las cosas en la agenda correspondiente y eso significa no tan solo un documento breve sino una convocatoria a un debate de "abrir las puertas y ventanas" del PPD para que entre aire fresco.  Luego, podremos entrar a trabajar la idea de una nueva gran fuerza específica porque así como estamos, nuestro crédito es bajo. 

Esta es una manera de salir al paso del documento que se nos propone (e insisto en que es importante saber quién/quiénes lo proponen y desde qué instancia nace). No sea cosa que en un tiempo breve nos encontremos -sorpresivamente- con otro documento: ya firmado por algunos dirigentes de aquí y de allá (renunciados de otros partidos o movimientos) que, ahora sí, nos anuncian una "gran nueva fuerza política" y muchos de nosotros tengamos que aceptar lo inevitable. Ya sabemos a dónde arribará algo así.  

Comencemos entonces por casa, reordenemos la cuestión, hagamos que nuestra institucionalidad se reorganice, reconstruyamos el cordón umbilical con la sociedad que perdimos, sus trabajadores, los pobladores, el mundo de los pobres, de los violentados en sus derechos. Escuchemos lo que tienen que decirnos. Hagamos nuestra autocrítica y luego caminemos con una agenda política renovadora que sea sustentable.  Se puede. Es voluntad de resolverlo y de tener el corajo de asumir este proceso.

Domingo Namuncura
Ex Vicepresidente nacional indígena 
Trabajador Social-docente
Editor

25-03-22

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