Editorial

Renuncias en el PPD.

Sostenido proceso de renuncias de militantes y personalidades del PPD son señales que no se pueden omitir o desdramatizar.



En los últimos días el diputado Ricardo Celis, el ex Senador Felipe Harboe y la ahora ex vicepresidenta nacional Carol Lagos Valderrama y Marcos Alvarez, ex concejal y ex secretarios nacional electoral, entre otros varios nombres han renunciado al PPD. Se suman dirigentes como Juan Eduardo Faúndez, quien junto a otros ex militantes recientemente renunciados han optado por dar vida a un nuevo proyecto de partido político. En estos días han renunciado también Leyla Pichara, Juan Pablo Silva y Roberto Mellado con una extensa trayectoria en sus respectivas regiones y ámbitos de acción social. 

Se podrá decir, como en el caso de Harboe, que se trata de "casos previstos". Sin embargo, siendo esto algo evidente en cuanto al ex senador de Ñuble y hoy convencional ex-ppd independiente, no es lo mismo con relación a los compañeros/as que siempre habían mantenido un férreo compromiso con la colectividad.  A estos nombres se están sumando otras personas, conforme así lo están señalando en redes sociales y grupos de redes internas en el PPD. 

El proceso de renuncias se inició un poco antes de la elección interna y se ha ido acrecentando con posterioridad. Y es necesario evaluar aquello y establecer si, en realidad, se trata de renuncias que en promedio no son mayores a las normales en estos varios años o si, en realidad, estamos ante un escenario complejo que se asocia a percepciones de resultados que se presentan inciertos para el PPD en materia de Senadores y Diputados, entre otros factores.  La renuncia del diputado Celis debiera atenderse como una señal inmediata a considerar.  En estos casos la transparencia informativa es fundamental y los miembros de esta comunidad política tienen derecho a saber cuál es el estatus del número de renuncias, dato que no está aún disponible y por lo tanto alimenta conjeturas.

La realidad está indicando no obstante que las renuncias ya no son sólo de militantes del nivel comunal o provincial o regional, sino que ya alcanzó a la bancada parlamentaria y ahora a la mesa nacional, a pocos meses de su elección.

Lo "políticamente correcto" (?) sería desdramatizar los hechos si se tratase de circunstancias excepcionales.  Al afirmar que se esperaba más temprano que tarde la renuncia de Harboe y que todo lo demás es "lamentable" (Celis y algunas otras personas) y que no hay mucho más porque preocuparse podría ser como "darse un balazo en el pié" pues, pareciera ser que en la percepción amplia de muchos militantes del partido hay preocupación por el estándar institucional, el bajo relieve político, la estructuración de la campaña y de sus recursos y esa sensación no agradable que resulta del trato de las encuestas hacia un partido que arriesga perder relevancia política aun cuando lograse sobrevivir electoralmente.  De partida, si el PPD pierde todo posicionamiento en la región metropolitana y desciende en regiones sería un drama político de magnitud y sus efectos serían demasiado inquietantes.


Juan Eduardo Faúndez, se inició como dirigente nacional de la JPPD.
Leyla Pichara, dirigenta regional metropolitana.
Carol Lagos Valderrama, elegida recientemente como Vicepresidenta Nacional
Felipe Harboe, ex senador del PPD.
Renunciados al partido en estos días.

Restan algunos días para la elección presidencial del 21 de noviembre y hacia la madrugada del 22 los militantes seremos notificados por la ciudadanía respecto de la elección de nuestros candidatos a Core, diputados y senadores. Y no será solamente la actual mesa nacional la apuntada por resultados eventualmente desventajosos. Sería injusto atribuirle grandes responsabilidades. El proceso viene desde hace varios años con una pérdida gradual de electores y como resultado de un modelo de acción político-institucional que ha sido muy difícil de modificar. Persiste esta suerte de triangulación de poderes en donde la gran base militante está en el piso inferior, una sección intermedia de dirigentes con rangos limitados de consulta y un accionar y motivaciones limitadas y una cúpula mayor con un importante sesgo autoritario, cuestión que ha atravesado a las últimas direcciones nacionales desde el 2010 en adelante. En suma: estamos enfrentados a una situación histórica, que no ha sido asumida con transparencia y que ha ido derivando en un proceso lento pero sostenido de pérdidas y fragilidades en diversos aspectos, de nuestro accionar político, de nuestra institucionalidad, de nuestra normativa, de nuestro modelo de decisiones, a todo nivel. 

El que todo esto no se convierta en un desplome (en donde el resultado final es la irrelevancia política), requiere un compromiso enorme de todos los militantes y dirigentes sin excepción ni exclusiones de ningún tipo para abordar, de verdad, una profunda reforma del PPD, histórica, sin precedentes, para retornar en parte fundamental a nuestros principios y valores (hoy relativamente laxos) y sobre todo a un modelo institucional democrático sin lagunas o baches o dobles intenciones. Esto es, una "operación de salvataje" de la institucionalidad y se necesita una convocatoria que supere la frontera de grupos o facciones. 

Las renuncias a un partido político, luego de varios años de militancia y compromiso son siempre dolorosas y amargas. Especialmente cuando en algunos whatsapp ppd alguien, irresponsabledmente, exclama "¡Por fin se fueron! Ahora quedamos los de confianza"...  También es notorio cuando son muy pocas personas quienes lamentan la partida de personas queridas y no faltan quienes critican como "deslealtad" la renuncia de quienes "aprovecharon el partido" en mejores tiempos...  El lenguaje de la revancha no da cuenta de procesos más profundos o complejos, los que hay que saber comprender y sacar lecciones de aquello.

Una comunidad política de 34 años que comienza a desmembrarse lentamente, que ha disminuido drásticamente su potencial electoral, cuya institucionalidad es de flotación y sus liderazgos ya no representan el peso histórico que alguna vez el PPD desplegó con fuerza y mucha potencialidad, debe decantar su camino luego de esta elección presidencial y parlamentaria y convocar o autoconvocar la voluntad de todos quienes cuentan con el compromiso de revertir este proceso.  El primer problema que habrá que resolver es que para que la comunidad política revierta su crisis, la democracia interna, sólida y potente, debe recuperar un sitio que a todos brinde confianza y luego realizar, de inmediato, una profunda reforma de su propia constitución política. Por cierto, los poderes fácticos deberán ser los primeros en ser afectados, además por las responsabilidades que cargan históricamente hasta haber llegado a este punto.

He sostenido en todos estos meses que la crisis de fondo del PPD no son ni sus valores ni sus principios ni sus bases programáticas. Y mantengo esa convicción.  El día que el PPD se derechice o se incline, aunque sea levemente, hacia un conservadurismo disfrazado de "liberalismo progresista" será el momento para una renuncia por convicción ideológica. Ese momento aún no ha llegado. Hemos estado cerca alguna vez, pero la comunidad ha sido franca en enfrentar aquello. 

Nuestro problema tiene que ver con el modelo de funcionamiento institucional y democrático del Partido. Y casos que representan la fragilidad de esto ya son demasiados. Y el común denominador son las prácticas internas de poder, las convivencias de facciones, el soliviantamiento de nuestros estatutos y normas, un cierto desprecio a los acuerdos regionales, los favoritismos y exclusiones... En un período tan demandante como el actual, social y políticamente, cuando se dice que "en el PPD nadie sobra" pero en la práctica es lo contrario, tenemos entonces otro tipo de cuadro político: el funcionamiento democrático e institucional de una comunidad política, que si no brinda confianza y garantías que ya han sido consensuadas, deja en entredicho la pregunta de si vale seguir perteneciendo.  

Es preferible renunciar a un partido que extravía su norte ideológico (por abandono de sus ideales fundamentales) a renunciar porque la democracia interna, la institucionalidad del partido, se encuentra en proceso de quebrantamiento. Por tanto, siendo esto último lo esencial de esta crisis, creo firmemente que podemos enfrentarla y habrá costos: los poderes fácticos se resentirán, los administradores del poder interno tendrán que ceder y la institucionalidad deberá ser confirmada.  En alguna ocasión anterior, luego de las controversiales decisiones tomadas respecto de la definición de candidatos/as a la convención constituyente (caso Teresa Valdés entre los más emblemáticos) llegué a sostener que "el ppd necesita un estallido social. De otra manera ciertas prácticas no cambiarán"... Fue un comentario.  Lo sigo sosteniendo y se requiere voluntad, sobre todo para colaborar de verdad en tratar de rescatar entre todos esta historia de 34 años en la que muchos de nosotros/as hemos puesto gran parte de nuestra vida.


Elección interna en la JPPD

Cristóbal Barra continúa como presidente nacional de la JPPD. Una elección normal con una baja de electores jóvenes.

En las elecciones internas de la juventud en el 2016 participaron dos listas en competencia y votaron 626 personas.  En el 2019 hubo una nueva elección competitiva y votaron 426 jóvenes. En el 2021, no hubo competencia en la mesa nacional y votaron alrededor de 160 electores. 

Al igual que en las elecciones nacionales de directiva la votación interna ha venido disminuyendo de 9.998 votantes en el 2018 a 7.800 en el 2021. Los militantes del PPD -adultos y jóvenes- que votan en eventos internos parecieran estar dando señales de un proceso más profundo.

En paralelo, se trata también de tiempos de campaña presidencial, parlamentaria y de Cores. La ciudadanía que votará por nuestros candidatos/as brindarán otras señales, esta vez en relación con el devenir de la centroizquierda. Para diversos militantes, el 21 de noviembre -fecha de elecciones- podrían marcar un antes y un después.

La nueva mesa nacional de la JPPD está integrada por Cristóbal Barra, estudiante de último semestre en Filosofía (U. de Chile). quien ya ejercía este cargo desde la mesa juvenil anterior y postuló a la reelección. Lo secundan Bárbara Sepúlveda como Secretaria General y Lukas Soto, como secretario de organizaciones.

A nivel regional presiden la JPPD: Nicolás Meza (Arica-Parinacota); Carolyne Zuleta (Atacama); Mohammed Akbari (Coquimbo); Yadira Vallejos (Región metro); Scarlett Zúñiga (O'Higgins); Javiera Paz (Maule); Gabriela Fernández (Ñuble) y Roberto Castro (Araucanía), a todos quienes -por cierto- deseamos lo mejor en su gestión como nuevos dirigentes de la JPPD nacional.  

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