Editorial

Curiosidades de la historia


LA DERECHA Y LA IZQUIERA UNIDAS JAMÁS SERÁN VENCIDAS...
Curioso.

En términos reales, la reacción del congreso ante el tsunami social del 10%, con más del 80% del país a favor de este retiro de capitalización individual, arrasó con la tozudez gubernamental, con las aprensiones del empresariado y de los dueños de la poderosa industria de las AFPs que desplegaron enormes recursos y esfuerzos para impedir su aprobación. El tsunami social se levantó con tal fuerza que todo lo que se cruzase por delante sería inevitablemente arrastrado, clase política, incluida.
En marzo del año 2017 el tsunami social en contra de las AFPs dió su primera gran señal de descontento masivo. Gobernaba la centroizquierda y la presidenta envió al Congreso iniciativas fundamentales que recogían parte sustancial de las demandas. Pero la derecha, obstinada, no acogió tales ideas. Y desde la propia centroizquierda, con franqueza, hubo sectores dudosos....
¿No vieron lo que se venía por delante? ...


Así lo entendieron senadores y diputados de la coalición gobernante, varios de ellos irritados (y mucho) con el gobierno por diversas situaciones. Lo entendieron también los legisladores de la aún dispersa centroizquierda y de todos sus partidos. Y senadores que osaron poner "racionalidad" al debate, que temprano -por ejemplo- en un día previo a las decisiones del senado propusieron poner alguna sensata condición a los grupos ABC1 que efectivamente recibirán un regalo financiero excepcional, hacia la tarde de ese día y luego de la ofensiva ciudadanía radical e incluso extrema en las redes sociales y de cuanta declaración que apareció en el camino fustigándolos duramente, tuvieron que cambiar rápidamente de opinión, sumarse a la mayoría, votar a favor del 10% sin condiciones e incluso guardar silencio. 

La derecha (llamada ahora "social") y la centroizquierda actuaron unidos. Y seamos claros: sin los votos de esa derecha activa en favor del 10%, la centroizquierda y el país no habrían progresado en este propósito. Y así, ésta es una de las ocasiones en que ambas expresiones políticas actuando unidas ante un tema controvertido, aunque en un sentido parcial por parte de los votos de derecha, unidos - reitero - lograron definir una respuesta categórica ante la porfía del gobierno, que no logró entender a tiempo lo que está sucediendo en Chile.

¿Significa esto el quiebre de la derecha? ¿La caída del Gobierno? ¿El nacimiento (ahora si) de una centroizquierda unida? No, necesariamente, y veamos.

1.- El gobierno y la derecha conservadora dura cuentan todavía con 20 meses de gobierno. Es un tiempo razonable para remontar con una acertada estrategia los puntos necesarios para asegurarse su continuidad. Esto requiere, a partir de esta crisis, instalar "panzer" de verdad en el comité político ministerial. El ministro Blumel fue claramente superado por los hechos y perdió capacidad de maniobra.No es un interlocutor apropiado ni siquiera para gran parte de su coalición. El ministro secretario general de la presidencia, digamos, no alcanzó a desplegar su potencial en esta crisis o simplemente tampoco entendió lo que debía hacer y una vocera, defendiendo lo indefendible o explicando lo inexplicable, aparece como demasiado evidente que su rol no es empatizar con la sociedad  y sus dilemas sino dejar bien puesto al gobierno por muy mal que esté siendo percibido sin importar el precio.

El gobierno necesita hoy un presidente que se vaya distanciando del rol mediático omnipresente, y que ejerza de verdad como Jefe de Estado y líder de coalición y no como presidente de curso. Y el comité político requiere cambios potentes, con políticos más avezados, dialogantes y capaces de sostener el edificio gubernamental y reparar ya las fallas de estructura política que se han producido desde el estallido social, la pandemia y sus muertos y miles de contagiados y la incertidumbre social y ahora con esta derrota en su estrategia de defender la industria de las AFPs, bastión del modelo, ícono del sistema  económico neoliberal, legado del pinochetismo, etc. Todo, sólo para enfrentar la tarea de remontar este corto período amargo, en donde en menos de dos semanas el gobierno sufrió tres derrotas políticas monumentales.

"Hemos salido fortalecidos": típico.

En un segundo aspecto, la derecha en general -conservadores y moderados- son muy pragmáticos. Sus derrotas no son para siempre ni perpetuas. Se recomponen y lo hacen rapidito.

En la ecrucijada de estas semanas y días sus parlamentarios "díscolos" respondieron, no sin cierto temor, al tsunami social del 10%. Los que se cruzaron por delante (Allamand y corifeos) fueron simplementes arrasados. La imagén  de la senadora Van Rysselbergher (UDI) que viralizó en las redes sociales, en la noche en  que el senado remató el 10%, desconcertada o sencillamente triste y resignada en un rincón del hemiciclo, demostró que ésa noche fue demasiado amarga para la derecha dura y para el gobierno. Y cuando el presidente puso su firma en la reforma constitucional y promulgó el 10%, el mundo duro, conservador no perdonará esa imagen.

No obstante, pasados unos cuantos días y varias semanas (que creo que serán breves), en la derecha veremos un transcurrir intenso de reuniones de diálogo, conversaciones en La Moneda.... Seguramente algunos relevantes desayunos privados y diálogos muy reservados  para evaluar cómo reaccionar a estos desmanes estratégicos, poner proa al gobierno y hacer entender al presidente que ya no más, y poner a sus mejores hombres y mujeres en el comité político y luego, podremos ver la típica "foto de amistad", de los más altos personeros de Chile Vamos, con la típica expresión: "De esta crisis hemos salido fortalecidos". Por cierto, detrás de esta foto estará presente (en bambalinas) el mundo empresarial y financiero que asegurará que dicho "fortalecimiento" esté debidamente respaldado y consolidado, puesto que desde su mirada, un fenómeno como el del 10% nunca más puede volver a ocurrir....  Al final de cuentas, lo que interesa es mantener y acrecentar el poder municipal, intentar ganar la convención constituyente, ganar gobernadores y parlamentarios y, por cierto, asegurar un tercer período presidencial y ahora si, ir a la revancha y asestarle a la centroizquierda un contundente y nuevo revés presidencial. En bambalinas, el mundo conservador "estratégico" cuenta con la reserva de un candidato potente que en esta crisis no sufrió prácticamente ningún rasguño y santificó a los díscolos de su coalición. Bueno. Por decirlo de un modo.

¿Muy crudo el esquema? Nunca tanto. La clase política, en general, ha dado grandes lecciones en estos 30 años de cómo funciona la realpolitik: conversaciones siempre reservadas, consensos, acuerdos, negociaciones: ganas tu, gano yo, todos ganamos... Y esto es así en todos los regímenes políticos conocidos y no tiene porqué sonar tremendo.  

Lo que no debiera ocurrir entre nosotros, creo yo, es alentar la idea (ilusoria en mi concepto) de que estas derrotas actuales del gobierno, la crisis temporal de Chile Vamos, la irrupción de parlamentarios díscolos en sus filas (y aquí lo fueron de verdad y no como los políticos díscolos con elástico), serían la señal irrefutable de que la derecha se ha fracturado como una autopista en tiempos de terremoto, o que la caída del gobierno es casi inminente o que al menos, su pretensión de un tercer período presidencial se ha fragilizado... Nada de eso. Humo. Ilusión.


"Los dueños de Chile sonos nosotros, los dueños del capital y del suelo. Lo demás
es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio".
Eduardo Matte Pérez, fundador del Banco Matte (1892)

Téngase presente. 
El mundo empresarial y financiero no permitirá nuevas derrotas de esta magnitud. Ya se resignaron a la pérdido de ciertos intereses en la industria de las AFPs : la liquidez del 10% es un porcentaje importante de su caudal de recursos, capitales y propiedades en Chile pero no es una pérdida abrumadora, que altere de manera fatal su poder financiero. Con sus bien dotados buffets jurídicos y centros de estudio especializados, el empresariado chileno ya está analizando los escenarios A, B y C de cómo adaptarse, eventualmente, si el tsunami del 10% sigue adelante con una reforma total del sistema previsional. Tengamos presente, además, que todos los tsunamis tienen un tiempo de vida. Este empresariado moverá sus piezas fundamentales para lograr que los díscolos dejen de serlo, que el presidente aproveche mejor sus siguientes 20 meses y buscarán "recomendar" aquellos cambios necesarios en la instancia política de gobierno para conducir la recuperación de la crisis y caminar hacia lo esencial: ganar el gobierno en la elección presidencial del 2021 y comenzar ya, a clavar las primeras estacas, con la elección municipal. Esta elección demostrará si la derecha logró recomponer sus confianzas internas. El mundo financiero y empresarial tomará la batuta con más firmeza en Chile y buscará "digitar", ya, los siguientes 20 meses del gobierno y consagrar con su gracia al futuro presidente de una derecha "social". Y recursos para esto no le faltan. De todo tipo. 

2.- ¿Y la centroizquierda? Mantiene sus actuales bloques dispersos: Frente Amplio, Unidad para el Camino, Convergencia Progresista, PDC y otros, menores. Todos, autoencandilados. Sus actuaciones unitarias han sido breves, especialmente ante proyectos legislativos relevantes, en donde -por lo demás- lo insensato habría sido oponerse (acuerdo del 15 de noviembre, ley de paridad de género, 10%, mañana escaños indígenas....otros). 

Las leyes que tienen implicancias sociales positivas para el país logran la votación favorable de estos bloques. Su punto de diferencia radica en dos aspectos al menos: uno, de tipo ideológico y otro de carácter electoral. El FA se muestra como una fuerza innovadora y lejana de la clase política tradicional y repele, en cierto modo, todo lo que huela a concertación y nueva mayoría. Tuvieron un inesperado resultado electoral en la última elección presidencial y alcanzaron una cuota apreciable de parlamentarios proyectando la idea de una fuerza política seductora, nueva, glamorosa,  energética con sus asambleas horizontales, innovadora, juvenil, poética, épica, diversa, capaz de absorver a todos los desencantados de la alegría que viene.... Nada. 

En menos de lo que canta un gallo, aparecieron las grietas, las diferencias y hasta las renuncias. El FA de ayer, que comenzó con una gran cantidad de organizaciones y colectividades inscritas, como el Partido Humanista y otros grupos y que emergió seductoramente sufrió las fracturas que coaliciones más sólidas en la historia política de Chile solo conocen después de un largo período de desarrollo. Pero sigue en pie, y de manera potente y desde el sitial electoral que posee fustiga duramente a la "política tradicional" y busca convencer al país que ellos (e incluso sólo ellos) representan el futuro de la centroizquierda en Chile...Y más aún, de la izquierda misma.

De los que están en el "pasado", el PDC es probablemente el más afectado. Se vive todavía con la ilusión de ser un "partido bisagra" es decir, que en cuanto depositario de la confianza del centro ciudadano (cuestión que se ha ido debilitando muy progresivamente) pueden inclinar la balanza de los acuerdos en un sentido u otro. Pero el PDC de hoy no es el mismo de hace cinco años o diez o veinte. Ya quedó muy atrás la insignia de la "Patria joven". Y esto es percibido por toda la sociedad chilena.  Y desde la izquierda tradicional, el Partido Comunista que formó parte de la Nueva Mayoría y cumplió un importante rol en el segundo gobierno de la presidenta Bachelet, restableció también una suerte de camino propio. Cuando el PC forma parte de coaliciones de gobierno es un partido con vocación de poder y ejerce de manera eficaz sus tareas. Pero basta ese pasado reciente para que el FA lo tenga críticamente en la mira, motivo -entre varios otros- que lleva al PC a formar su propia coalición (Unidad para el cambio) y desde ahí recuperar y ejercer un rol social y político de liderazgo bajo su hegemonía. Pareciera ser que el PC ya sabe o percibe que pasarán algunos años antes de retornar a un gobierno progresista y las metas principales han de ser entonces el poder local y el parlamento y el senado, además de los movimientos sociales.

La Convergencia progresista (CP) es una idea que surgió desde el PPD, partido que logró convocar al PS y al PR para sumar esfuerzos con la idea de colaborar en la consecución de un proyecto unitario de la centroizquierda. El FA recela muchísimo más de este sector en quien personifica la historia crítica y las sombras de la concertación y de la nueva mayoría, además de señalar que la CP representa un pasado teñido de añejo....  Tal vez, el FA todavía no le brinda suficiente atención al hecho de que el PR, el PPD y el PS, de acuerdo a la última elección parlamentaria, con el bloque "La fuerza de la mayoría", obtuvieron un 19,5% en la elección parlamentaria, con 35 parlamentarios y el FA obtuvo un 16,5% con 20 parlamentarios, que hoy se redujo a tan solo 15, con la renuncia del Partido Humanista al FA y de sus cinco diputados... Y que esos tres partidos suman décadas de historia. Entonces, si de correlaciones de fuerza se tratase, lo razonable sería pensar que dado que ninguna coalición política, nunca, es totalmente virgen o moralmente superior en ningún sentido, el FA debería pensar que su propio destino político depende -sustantivamente- de una mayor unidad de toda la centroizquierda. El PPD, junto al PS y el PR, en ese sentido cuentan con un importante grado de consecuencia en la búsqueda de esta unidad.


En síntesis: el gobierno se cruzó por delante del tsunami social del 10% y fue arrastrado sin ninguna consideración a una crisis importante. El mundo conservador también se cruzó y debió resignarse. La derecha gubernamental se dividió y mostró una severa fractura. Pero sus edificios no se han derrumbado ni se derrumbarán: el gobierno tiene 20 meses por delante y es un tiempo en que se pueden hacer muchas cosas. Si son perspicaces, deberán instalar un comité politico contundente en La Moneda y el presidente ya puede ir pensando en un retiro digno y enfuturas conferencias internacionales y gozar su jubilación de los escenarios del Estado y  con apariciones más distantes, en tanto el protagonismo del liderazgo de una "derecha renovada" debería ser instalado con una transición y predominio más efectivo para allanar los caminos del candidato evidente.  La coalición de Gobierno, limará sus asperezas en un breve tiempo hasta la ansiada "foto mercurial de la unidad" en primera plana y con un amplio despliegue noticioso. No sé si con las manos en alto saludando al país o simplemente con una sonrisa...Todo esto es cuestión de tiempo y el mundo empresarial y financierao se ocupará vitalmente de que todo esto sea en breve tiempo, antes de la siguiente derrota del 25 de octubre, para enfrentar ese escenario en mejores condiciones, aminorar sus efectos y aguantar de manera más sólida otro revés político que apuntará esta vez a la arquitectura institucional de la constitución todavía pinochetista (porque algunas reformas se han hecho, pero no han sido suficientes).


Los dilemas de la centroizquierda en Chile para encontrar un camino de unidad.
Al frente, la dispersión de la centroizquierda implica todavía un largo y muy complejo tiempo de espera, que en todo caso, va en contra de sus mejores aspiraciones. Y no será suficiente sacar cuentas anticipadas. El más probable triunfo de la nueva constitución en el plebiscito del 25 de octubre (y convención ciudadana) no será necesariamente -como se dice- "el triunfo emblemático" del progresismo y que lo será en muchos aspectos, pero no estrictamente.

El triunfo del 25 de octubre será más bien la victoria del sentido común del país que, al igual que en el caso del 10% simplemente se cansó de una institucionalidad que hoy es totalmente insuficiente para proyectar una sociedad mejor. Que se cansó de los abusos. Un país que se cansó de las instituciones. Se cansó de los políticos y de sus partidos. Se cansó de tener que seguir esperando... Si. El triunfo que todos esperamos en el plebiscito del 25 de octubre será un triunfo de la sociedad chilena y no necesariamente gracias a una determinada coalición. Será la victoria de na sociedad que le dirá a la clase política: "Mire. Ahí le entregamos un resultado en bandeja. ahora hagan lo que tienen que hacer y háganlo bien".  

La centroizquierda debe cumplir hoy y mañana de mejor manera su tarea, y facilitar ese triunfo social y esa victoria ciudadana, entender los mensajes y encaminar con más fuerza y compromiso la unidad política y social de esta dispersa izquierda chilena y del centro político. El país quiere a los progresistas unidos. Perseverar en esto implica hoy un compromiso moral y un deber político fundamental. Y el PPD cuenta con esta vocación y convicción para ello. En esta pasada, al menos, el PPD no está sacando cuentas alegres. Está, de verdad, preocupado y ocupado de impulsar la unidad de la centroizquierda, aunque esta meta represente para nosotros alguna cuota de sacrificio político. 

Domingo Namuncura
editor



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