Editorial

 El PPD en estado de catarsis.

Desaliento, hipnosis, falsa euforia, ganas de bajarse del colectivo, cansancio...

Año 2000, en la Región de O'Higgins se realizó el Primer Encuentro de
la Comisión Nacional Campesina del PPD, convocados por la entonces
Secretaría Nacional de Asuntos Sociales. Participaron 100 dirigentes-militantes del PPD
que a su vez eran dirigentes de organizaciones y cooperativas campesinas desde
 O'Higgins hasta Puerto Montt.
En la mesa junto al entonces secretario general, Hernán Navarro,
coordinador nacional
de la Comisión campesina del partido.
TIEMPOS DE ÉPICA DEL PPD.

Luego de las elecciones de mayo2021, y con los resultados electorales en la mano, y a propósito de diversas coyunturas en donde las vocerías institucionales y la de "liderazgos históricos" han contribuido con otra cuota de situaciones, el clima interno del PPD se caracteriza por un natural (y necesario) "estado de catarsis", según los griegos ese acto de "purificación de las pasiones del ánimo mediante las emociones que provoca la contemplación de una situación trágica".

En términos objetivos, diría un dirigente político con mirada fría de la realidad, al PPD -estrictamente- no le fue tan mal en esta elección de mayo pero tampoco tan bien...sino exactamente lo contrario... Raro. Porque, a juzgar por las sentidas y profundas intervenciones de militantes y dirigentes de base en cuanta reunión virtual se ha desatado en todos estos días, las sensaciones y emociones son otras. Y vamos viendo algunas características.

Una falsa euforia.

Se preveía, con algunos datos de encuestas y a partir de ciertas hipótesis electorales que los resultados para el PPD podrían generar preocupaciones importantes. Se alentó la idea de que en la elección de convencionales constituyentes habría una oportunidad interesante si el PPD abría sus listas a independientes y a militantes con "viabilidad electoral". Artistas como Francisco Reyes, fueron parte de esa hipótesis. Sin embargo, Reyes, a juzgar por los testimonios de militantes y dirigentes de su distrito, lo que menos quería era estar cerca del PPD ni menos que se le identificase con el partido....Y sin embargo, fue candidato priorizado en base a su impacto mediático y perdió. Hay otros ejemplos. 

En la mayoría del país y ante una estructura comunal,  distrital y regional, feble, el partido sólo obtuvo tres constituyentes, siendo uno de los partidos que más entusiasmo puso en la idea de una instancia para debatir una nueva constitución. La Araucanía, Bío Bio y Ñuble  fueron las únicas regiones que aportaron un convencional. Uno en la Araucanía, otro en Bio Bio y un tercero en Ñuble. En la Araucanía, además, el PPD logró posicionar en primer lugar al ex senador Eugenio Tuma como eventual próximo Gobernador. Se trata de una región con un senador y dos diputados aun cuando el desarrollo estructural del PPD sea un tema de evaluación por parte de los propios militantes de la región. En Bio Bio la elección del constituyente tiene mucho de fruto personal, de historia valorada y reconocida por los ciudadanos. Y en Ñuble, influyó bastante  el peso electoral previo, personal y mediático de un ex senador y trabajo militante y apoyo ciudadano.

Estos datos más el hecho de que en Alcaldes se sostienen 27 comunas con dos o tres comunas cabecera de provincias y a que en concejales pasamos de 228 (2016) a 202 (2021), se dice entonces que los resultados electorales para el PPD no son taaaaaan  malos y que eso es un dato de realidad que hay que tener en cuenta en tanta catarsis y que sería bueno ya, ir dejándola atrás para hacernos cargo del presente y futuro. Algo así como que lo que pasó, ya pasó y "atrás sin golpe"...

¿Porqué entonces la inmensa mayoría de militantes y dirigentes considera que el PPD está conmocionado, tal vez, como nunca antes? El partido fue humillado y avergonzado ante el país en la bochornosa noche del miércoles 19 de mayo antes de inscribir los candidatos presidenciales. Nuestros convencionales en el hito histórico más importante son muy mínimos. ¿Qué sucede en la comunidad? Para algunos dirigentes esto de las catarsis siempre ocurren cuando algo no funcionó bien, pero la experiencia indica que todo eso sería pasajero. Como dice Serrat en su "Fiesta": 

"Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza
Vuelve el rico a su riqueza
Y el Señor cura a sus misas"

¿Será así?  Según los impulsores de una "euforia regulada" en el PPD, pasada la catarsis los militantes apreciarán que, en realidad, tanta crisis no tenemos... Y entonces todos regresamos a nuestras misas. No lo sé. En mi comuna de La Florida dos importantes dirigentes presentaron su renuncia: el secretario nacional de la diversidad y nuestra secretaria comunal. Se fueron del partido después de varios años de compromiso militante. Con pena, pero se fueron. Y en la red nacional indígena otras tres personas, y en estos días nos llegan informaciones de otras renuncias, silenciosas, en la penumbra de la catarsis.

Las reuniones hipnóticas.

En otros eventos que se han convocado con un rango más amplio que un conversatorio comunal o de amigos militantes y de lotes, etc. el argumento es otro: no nos fue bien, admitámoslo, pero el PPD no estaba muerto (no andaba de parranda, no) y estamos pasando en este momento por una realidad complicada (para darnos cuenta y tomar conciencia), pero hay que considerar que estamos viviendo una "crisis planetaria de la política". Toda la razón. Los escenarios de Europa, Estados Unidos, Asia y América Latina así lo demuestran. Horas antes de escribir esta reflexión, en Colombia, la masa popular incendió el Palacio de Tribunales en una provincia y así. Los estallidos sociales se suceden en todos los países y los gobiernos luchan por mantener el control y la estabilidad de sus regímenes. La política cambió. Claro. Peeero....Al parecer, los que no han cambiado son los políticos (tradicionales, principalmente). 

La hipnosis del argumento es que, entonces, como "la política cambia en todas partes", es natural que el PPD se vea enfrentado a una "crisis de sentido" y que la respuesta a aquello pudiese ser cambiar el envase, vestirlo de colores nuevos, poner algunos rostros por delante (y que los "liderazgos inveterado" se mantengan recatadamente atrás o al lado, manteniendo influencias por cierto, "para ayudar" en el proceso de "recambio").  La catarsis de los militantes, acogida y valorada, se agradece pero hay que trabajar para enfrentar los "grandes desafíos del futuro" y remover las cenizas y un nuevo PPD, o como se llame, emergerá con nuevas categorías. Las causas de la crisis quedan atrás, los liderazgos históricos pasan jabonados, la militancia crítica estima que son ideas muy razonables y de contrabando, la hipnosis argumental trae consigo... la idea del consenso...

Consenso, para todo: para definir la nueva lista de candidatos al parlamento; para conformar desde ahora la "nueva" mesa nacional de unidad y ojalá lo mismo en regiones y comunas...

"Consenso", para que el vecindario no repare mucho en los ruidos de la casa. Con la "falsa euforia" viene el desaliento. Con la hipnosis: en realidad, no estamos tan mal, y ahora lo que necesitamos es una unidad "granítica" en torno al (nuevo) PPD.  Esto se refuerza con los anuncios de que el PPD terminó su ciclo. La crónica de una muerte anunciada desde hace varios años.

Seguir o no seguir en el PPD. ¿That ist the question?... ¿Bajarse ahora? ¿Irse ya?...

Las muchas veces que hemos tenido la oportunidad de apreciar esa magnífica obra de Shakespeare,"Hamlet, príncipe de Dinamarca" se recordará una de las escenas más rutilantes del monólogo del malogrado príncipe con una pregunta histórica. Distintos artistas connotados en el cine han competido por décadas para cautivar al mundo con la mejor actuación (escena primera, del tercer acto):

"...¿Ser o no ser? He ahí el dilema.
¿Qué es mejor para el alma: sufrir insultos de fortuna,
dardos o levantarse en armas contra el océano del mal,
y oponerse a él y que así cesen? Morir...dormir.
¿Quién, si esto no fuese, aguantaría la lentitud de los tribunales, la insolencia de los empleados,
las tropelías que recibe pacífico
el mérito de los hombres más indignos,
las angustias de un mal pagado amor,
las injurias y quebrantos de la edad,
la violencia de los tiranos,
el desprecio de los soberbios?
Esta previsión nos hace a todos cobardes,
así la natural tintura del valor se debilita
con los barnices pálidos de la prudencia,
las empresas de mayor importancia
por esta sola consideración mudan camino,
no se ejecutan y se reducen a designios vanos".

¿Tiene, por delante, el PPD un designio vano? Puede ser, si seguimos con una falsa euforia o nos dejamos mentalizar por las hipnosis. 

En 1964, con apenas 12 años y siendo estudiante de enseñanza básica, mi profesor de castellano (un gran militante demócrata cristiano) nos invitó a algunos alumnos a un "grupo de conversación" para leer algunos textos y aprender así mejor el castellano y su gramática y sintaxis. Los profesores normalistas fueron -para mi generación- una escuela fenomenal. Recuerdo que leímos unos textos de Emmanuel Mounnier. El texto venía del libro "Manifiesto al servicio del personalismo" que causó en mi una gran motivación y aún conservo el libro. Proveniente de un hogar con formación intercultural (padre mapuche, simpatizante comunista y madre militantemente evangélica) me llamó la atención las hermosas ideas de Mounnier y su ideal del mundo y de la sociedad. Luego, el profesor nos seleccionó a algunos estudiantes del grupo, unos cuatro, y nos invitó a un taller para ir profundizando las lecturas, en una sede muy cerca del liceo, la sede del PDC y ahí nos encontramos con otros estudiantes, hombres y mujeres, y nos hicimos muy amigos por varios años, y sin que tuviéramos que pensarlo mucho nos constituimos en una grupo de estudiantes militantes de la JDC secundaria de Playa Ancha. 

Así fue mi primera incursión en la política criolla. Por cierto, para mi padre, simpatizante comunista, hincha del Colo Colo y de Allende, la noticia no le causo ninguna alegría pero la respetó. Para mi madre, aprensiva, su mayor preocupación era en qué me estaba metiendo...El tiempo lo diría.

Formé, orgulloso, parte de la Patria Joven. Una gran épica de nuestra historia. Se diría hoy, una de las campañas políticas, sociales y culturales de enorme magnitud nacional promovida por la DC de Frei, Tomic, Leigthon (figuras tradicionales de la falange, pero "maestros" en buen sentido). Pinté carteles, salí a las marchas, etc. siendo muy niño. Y en poco tiempo ya era dirigente provincial de la JDC secundaria de Valparaíso, integrada por cientos de estudiantes de todos los liceos y escuelas públicas del "viejo puerto que vigiló mi infancia". 

Entre 1964 y hasta 1971 viví un período de intensa formación política. El PDC y otros partidos tenían verdaderas Escuelas para los militantes, en donde podíamos estudiar, discutir y conversar con grandes líderes. Mi mayor emoción fue haber conocido y escuchado personalmente a Radomiro Tomic, un orador insigne, como pocos, de pie ante más de 200 estudiantes de la JDC porteña, compartiendo con nosotros sus ideas y luego poder conversar con el en un pequeño grupo. Sentí mucho que hubiese perdido la elección presidencial de 1970. Tomic y Allende llenaban los anhelos de cambio.

Sin embargo, el PDC -en 1971- optó por un cambio político e ideológico radical: firmó un pacto político con la derecha. Hicimos todo lo imposible para que aquello no ocurriera. Ya era Delegado provincial ante la Junta Nacional y recuerdo muy bien que antes, en 1969, el PDC había pasado por una crisis política fundamental con la renuncia de decenas de dirigentes que luego formaron el MAPU. Pero yo tenía (y mantengo) una vocación cristiana-no marxista y me pareció que no era el momento de renuncias. Entonces, en la JDC nacional -presidida en este entonces por un gran dirigente juvenil, Luis Badilla- nos quedamos en el PDC "para luchar desde adentro" en contra de la fuerzas conservadoras que se oponían radicalmente en contra de Allende. En esa Junta Nacional que se extendió por más de 18 horas sin parar, perdimos el voto político presentado por Bosco Parra y ya cerca de las cuatro de la mañana, 150 delegados tomamos la dolorosa decisión de renunciar al PDC porque, en lo esencial, la alianza con la derecha implicaba una muy fuerte pérdida de sentido histórico, ideológico y político. Renunciamos a la DC porque en lo sustantivo el partido renunció a su vez a seguir en la senda de su propia "Revolución en libertad".

Y sin nada más que nuestra historia de paso por el PDC, aunque igualmente dolidos por dejar una comunidad política que nos formó y nos brindó espacios épicos y ahí pusimos nuestro grano de arena en ese trozo de tiempo de nuestra historia, no tenía sentido ser militante. La esencia de la DC se había desfigurado.

A las pocas semanas, formamos la Izquierda Cristiana de Chile, declaramos nuestro total compromiso con el Gobierno de la Unidad Popular y en un aclamado discurso del Secretario General, Bosco Parra, en el ex Cine Normandie, aprobamos que ningún militante de la IC asumiría cargos de gobierno (y el presidente Allende quería -con nosotros- dar una imagen de amplitud), con excepción de aquellos que provenientes del MAPU ya ejercían responsabilidades (Jacques Chonchol, entre otros) y algunos compañeros, como Sergio Bitar, el ministro de economía, el más joven del gabinete de Allende (en ese tiempo), y que así fuese resuelto por la dirección política. La idea de Bosco Parra era que los militantes de la IC, todos, sin excepción se volcasen al territorio, a los barrios, a los sindicatos. Ninguno en el poder, sino en el trabajo directo con el pueblo. Pura épica y adrenalina. Y resultó, porque había convicción y compromiso con ideales. De hecho, en mi barrio, en Playa Ancha, en Valparaíso me uní a la primera Junta de abastecimiento que había que organizar con los pobladores y ese fue mi espacio de trabajo social hasta el golpe militar. 

La joven Izquierda Cristiana (fundada el 28 de julio de 1971) tuvo una corta existencia pública. En 1973, con el golpe militar, fue declarada proscrita y la sede nacional en Cienfuegos allanada y entregada a la Fuerza Aérea y nuestros dirigentes disolvieron toda la estructura partidaria para pasar a la clandestinidad. Aquello fue dramático pues perdimos todos los nexos habituales, además del temor y la incertidumbre, pero algunos logramos constituirnos en una célula local y al menos, vadeando el toque de queda y medidas restrictivas nos reuníamos en diversas casas tan solo para conversar y preguntarnos sobre todo lo que ocurría. 

En 1972, a los 20 años, ingresé a la Escuela de Trabajo Social de la U. Católica de Valparaíso, ya totalmente militarizada y fuertemente controlada. Nuestra Escuela era claramente "sospechosa" por su pasado izquierdista. Todos sus profesores habían sido inmediatamente expulsados con el golpe militar. Muchos salieron del país. Otros fueron encarcelados por un tiempo. Uno de ellos forma parte de la lista de detenidos-desparecidos. Aún así, los estudiantes manteníamos un compromiso político decidido, pero no podíamos explicitarlo abiertamente. 

En paralelo, me incorporé al Movimiento Juvenil Apostólico "Palestra", con el auspicio de los salesianos de Valparaíso. Era mi "espacio social y cultural" en donde podía compartir con muchos otros jóvenes. Palestra tenía una red nacional y se realizaban seminarios y retiros, muy importantes, porque eran espacios "aceptados" por la dictadura, pero muy a regañadientes, porque el querido Cardenal Silva Henríquez advirtió al régimen militar que los territorios de la Iglesia (Capillas, congregaciones, colegios católicos) eran inviolables. No siempre la dictadura respetó esta advertencia, pero como la Iglesia -poder ante el Estado- tenía muchas redes en todo Chile y una Conferencia de Obispos claramente en favor de los DDHH, mucho de la oposición que se fue levantando con enorme sacrificio se fue forjando en sus espacios. Aún tengo grandes recuerdos de encuentros "clandestinos" realizados en Punta de Tralca en la provincia de San Antonio o en la casa de ejercicios espirituales de "San Francisco Javier" en pleno barrio de Ñuñoa, en Santiago en donde concertábamos las grandes campañas en contra de Pinochet.

Con el transcurso del tiempo, mi integración al movimiento Palestra derivó en la necesidad de formar un espacio pro DDHH y así nació en 1976 el Servicio Paz y Justicia. Lo único que teníamos era la idea, y para llevarla a cabo había que trasladarse a Santiago. Con el apoyo de los Obispos Jorge Hourton y Enrique Alvear (grandes maestros espirituales y religiosos y con una mirada muy crítica del régimen), tomé entonces la más difícil decisión de vida y dejé mi casa porteña y mi puerto y con cuatro compañeros (grandes amigos) nos trasladamos a Santiago y en una muy modesta oficina que nos facilitó la congregación de Maryknoll, en Avenida Matta con San Francisco instalamos el SERPAJ CHILE. En dicha oficina sólo teníamos a disposición una vieja mesa y dos sillas y eso era todo. En cuatro años, entre 1976 y 1980 SERPAJ CHILE se transformó en uno de los cuatro grandes referentes del Movimiento de DDHH junto a la Vicaría de la Solidaridad, la Comisión Chilena de DDHH y la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, Fasic. Fueron 15 años de lucha no-violenta dura y firme en contra de la dictadura.

Entre 1978 y 1982 un sector de la Izquierda Cristiana comenzó a abrazar la idea de la "revolución total" y se abrió un intenso debate para que la IC asumiese una vía insurreccional. El Secretario General "en la clandestinidad" era nuestro compañero Eugenio Díaz, con otras credenciales, por cierto. 

Varios dirigentes consideramos que con esa definición la IC perdía su esencia, que no estaba radicada en la vía armada y sustentamos la convicción de que era indispensable caminar hacia un fortalecimiento político, social, cultural y religioso de los movimientos populares anti-dictadura. Una mayoría del comité central clandestino consideró que la IC debía radicalizarse y otros no estuvimos de acuerdo y eso significó un profundo desencuentro. Esa confrontación marcó el fin de mi militancia clandestina y desde 1979 en adelante me dediqué íntegramente al Servicio Paz y Justicia, recorriendo el país y participando en muchísimos eventos para promover la defensa y promoción de los DDHH. 

En 1982 junto a Germán Molina, Pablo Fuenzalida, Rodrigo González y otros compañeros, en distintas fechas y horas fuimos detenidos y secuestrados por la CNI y cada cual, en el cuartel Borgoño en Mapocho, vivimos lo que tantos prisioneros sufrieron en esas condiciones. Permanecimos en promedio, entre un año y seis meses de cárcel hasta que la Vicaría de la Solidaridad y el Cardenal Silva Henríquez lograron que se nos "enjuiciara" con un debido proceso y en mi caso fui "condenado" como "activista", con remisión condicional por tres años firmando en una comisaría. Al día siguiente de mi detención el diario El Mercurio subtituló en páginas interiores que "peligrosos "terroristas intelectuales" habían sido detenidos....Años después, el Ministro Francisco Cumplido logró una Ley en el Congreso que borró para nosotros y otros presos de la época toda esa ignominia. 

Entre 1978 y 1983 a nuestra sede nacional del Serpaj Chile en Ñuñoa teníamos como invitados a muchos de los líderes y dirigentes que después lideraron la campaña del NO, la campaña presidencial y el gobierno de transición. Casi toda la oposición de la época pasó por nuestra sede nacional. En mi condición de Coordinador nacional de Serpaj invité entonces al abogado Ricardo Lagos Escobar, que había retornado a Chile luego de varios años de exilio voluntario. Establecimos una gran amistad, y muy avanzadas las protestas nacionales de 1983 nos comentó en una ocasión, en nuestros habituales almuerzos en Serpaj Chile, sobre su idea de un "gran partido por la democracia". Me pareció una idea fascinante y llena de futuro y, por cierto, le dije que podía contar conmigo. En 1985 muchas personas comenzamos a trabajar en ese proyecto y desde 1987, fecha de la fundación del PPD hasta hoy  serán 33 años de militancia ininterrumpida.

Con el extenso relato de esta experiencia de vida militante, lo que quiero decir, a todos los amigos y compañeras del PPD, que para renunciar a un partido, uno no renuncia porque ciertos procesos internos van cuesta arriba o porque los resultados electores son adversos o porque "no me ha ido bien en el ppd"....

Uno renuncia a un partido político cuando ese partido pierde su esencia, deja de ser aquello para lo cual fue creado o cuando se oxida la institucionalidad hasta volverla frágil por abusos, escasa democracia interna, corrupción, o se torna en una colectividad irrelevante por inconsecuencia con sus propios principios y valores.

El PPD aún no atraviesa por este tipo de situaciones. ¿Ha tomado malas decisiones? Si. ¿Ha equivocado el rumbo político a veces?, Si. ¿Ha sido conducido con luces y sombras?. Si. En los últimos años, con más sombras que luces. ¿Es un partido totalmente rechazado por la sociedad? En parte, ahora, si. Desde el 2008 hasta la elección de mayo nuestra votación va en descenso: de 445.000 votos en el 2008 a 339.000 en el 2021 en lo municipal, y el pueblo, en la elección de mayo, nos consideró irrelevantes para el debate constitucional.

Pero, en lo esencial, el problema del PPD no son ni sus valores, ni sus principios ni sus bases programáticas. Nuestros problemas están en el quehacer del PPD, en la construcción de una "cultura" de clientelismo, en el abandono de los puentes directos con la sociedad, en nuestra  acomodación con las instituciones del Estado y Municipios abandonando nuestros vínculos directos con la sociedad. Otro de nuestros problemas es  nuestra tendencia sistemática a dejarnos penetrar o seducir por los liderazgos históricos inveterados que han tomado el control ideológico y político del PPD, y en muchas ocasiones, en contrario a nuestra mirada crítica de la sociedad, del Estado y del modelo neoliberal. La acomodación con estos temas es, probablemente, uno de los más grandes problemas que tiene el PPD para cumplir lealmente con sus valores, principios y programas. Y todos tenemos responsabilidades en estos procesos.

¿Previmos esto con tiempo? Paradojalmente, si. Y en muchos consejos nacionales adoptamos diversas decisiones para mejorar el PPD, pero la caja fuerte del partido (una metáfora para que no se interprete mal) está llena de carpetas con  nuestros acuerdos fundamentales y todavía permanecen ahí, porque en la práctica -como decía en una reflexión anterior- no los hemos cumplido a cabalidad.  Por otra parte el ppd no es un partido único u homogéneo en su estructuración, sino que está conformado por diversos sub-partidos que interactuán con enorme dificultad entre sí: el partido de los parlamentarios; el de la elite (liderazgos históricos); de los alcaldes; de los concejales (verdaderos poderes locales muchas veces omnímodos); de los grupos y facciones clientelares (muy negativos y varios de ellos convertidos en pymes internas) y antes, el partido de los funcionarios de gobierno... Y en la base de la pirámide de poder: la vasta red de militantes de base en comunas y regiones, a su vez, sometidos al capricho de dirigentes locales que replican a esa escala los problemas estructurales nacionales. Lo nuestro es un problema del quehacer cotidiano con rasgos de inconsecuencia con nuestros principios y compromisos programáticos. En el IV Consejo estratégico del 2019 nos definimos claramente  como un "partido de izquierda democrático"....pero la idea se ha ido desfigurando con el subyacente argumento de aspirar a un partido socialdemócrata. Nos declaramos "feministas", pero no hubo contemplación para que en algunos casos emblemáticos en la definición de candidatas mujeres a la convención constitucional despreciamos importantes liderazgos de mujeres...

¿Se resolverían los problemas de imagen y de percepción ante el país del PPD, si se atacara de verdad la "cultura" y sub diferenciaciones ya descritas?. Depende. El tema no pasa sólo por una renovación de la dirigencia, la mayor incorporación de mujeres o dirigentes juveniles, como si esto fuese un asunto de género y edades y de esta combinación virtuosa resultase entonces el milagro de que ¡ahora si! el PPD será otro PPD...

Atacar la cultura del clientelismo, por ejemplo, implica coraje para decirle no, mañana a cualquier dirigente que, en nombre del "consenso" nos entregue una "plantilla" y entonces todos tenemos que votar de acuerdo a aquello... Se requiere coraje para decir que la renovación es total, pero que en realidad tendría que ajustarse a un "consenso" que estará previamente determinado de manera cupular, como ha ocurrido en más de dos décadas. 

El cambio cultural en un partido político es la empresa más compleja y más profunda que se puede enfrentar porque es una tarea que se enfrenta a poderes acendrados y hoy se requiere militantes casi en una condición de estallido social interno.  ¿Por qué los partidos políticos, todos, firmaron rapidito el 15 de noviembre del 2019 el pacto político que abrió -finalmente- las puertas para cerrar la constitución pinochetista de 1980? ¿Por qué el parlamento tuvo que reunirse casi en estado de emergencia para aprobar la inédita Ley de Paridad de género? ¿Por qué el mismo congreso (que demoró años -dos decádas-  para abordar el reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas) aprobó finalmente la Ley de escaños indígenas?. Porque hubo un estallido social. Esa es la verdad. De otra manera, todo seguiría más o menos igual, y el PPD lo mismo.

Los cambios culturales y sociales que inciden en lo político requieren tiempo, pero también pueden hacerse más intensos. Entonces, si queremos salvar y mantener el PPD con sus valores, principios y programa,  que están intactos, aun cuando en el tiempo reciente se han abordado de una manera que nos puede resultar sorprendente, se requiere que la militancia, la que hoy se conduele por nuestro estado de situación, rompa con los procesos culturales tradicionales y empodere un nuevo relato interno que haga sentido con la idea de que renovación del PPD tiene que ver con algo distinto y esencial: que sea el pueblo militante quien resuelva.  Es así de complejo y urgente.

Hoy estamos todos cansados. El estallido social del 2019 demostró que equivocamos muchas cosas. Reparar el pasado ya no es tema. Podemos sacar lecciones pero ya no podemos modificar lo anterior. No hacer lo mismo hacia el futuro si es el tema más relevante. En mi concepto, entonces,  y apelando al sabio materialismo dialéctico: no están dadas las condiciones objetivas y subjetivas, hoy, para renunciar al PPD. 

Podemos estar cansados, "choreados",  cabreados, aburridos de este partido que efectivamente agota en cada hora que le destinamos...Pero no es suficiente para renunciar, porque en parte los militantes también somos responsables de lo que hemos sostenido estructuralmente y a conciencia.  Las condiciones objetivas vigentes son -insisto- nuestros valores y principios y programa que están intactos y hacen sentido con la sociedad. El tema es que la sociedad no los conoce adecuadamente, sino que lo que conoce es lo que mostramos y hacemos y no suena coherente.

Las condiciones subjetivas están radicadas en nuestros actos y comportamientos, en nuestra constante concesión a los liderazgos, caudillos e "ismos" internos y sobre todo a esta cierta especie de comodidad en cuanto a que sean otros/as quienes resuelvan por nosotros y así lo hemos venido aceptando. Cambiar esto nos acercaría mejor a las condiciones objetivas. Si no se quiere  o no se puede porque hay diversos intereses en juego, entonces el PPD comenzará a perder parte fundamental de su sentido de ser y habrá llegado el momento de dejarlo.

Y vuelvo a Shakespeare por la lucidez de este monólogo de Hamlet:

"Esta previsión nos hace a todos cobardes,
así la natural tintura del valor se debilita
con los barnices pálidos de la prudencia,
las empresas de mayor importancia
por esta sola consideración mudan camino,
no se ejecutan y se reducen a designios vanos".




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