Editorial

"Hay que superar el PPD" a partir de ahora......

¿Una última oportunidad para el PPD?



Con cierta preocupación y aún en estado de shock los militantes y dirigentes del PPD se han enterado hoy (domingo 23 de mayo), por el diario La 3a, de una entrevista al ex candidato presidencial del partido en la que declara sin anestesia, que "El PPD ya cumplió su ciclo vital y es hora de superarlo como 'instrumento' político".  Para tal efecto, se empeñará "en impulsar la creación de un referente amplio, de izquierda democrática que pueda superar y agrupar a fuerzas políticas  y a muchos independientes". Luego, aclara que esto "es un proyecto muchas veces postergado. No es primera vez que hablamos de esto, pero creo que ya llegó su hora" y tiene que ser más amplio que una unidad con el PS, algo así "como el Frente Amplio de Uruguay".

El lunes 24 de mayo, un día después de estas declaraciones se reunirá la Directiva Nacional (100 dirigentes) y aquello será un buen termómetro de la situación actual del PPD.  En la entrevista, Heraldo Muñoz contribuye a aclarar diversos aspectos de la cruda controversia del miércoles 19 de mayo y de la ruptura del acuerdo previo de primarias con el FA y Pc, principalmente, siendo esclarecedor que los asuntos que se atribuyen al PPD, estrictamente, no fueron tales como se ha difundido, en cierto modo, de manera interesada. Y en lo que concierne a su declaración de posteridad para el PPD, tiene toda la razón cuando menciona que el tema de "superar el partido" forma parte de nuestros debates, al menos hasta el mismo IV Consejo Nacional Estratégico del 2019, que zanjó el asunto de manera contundente. Y vale la pena citar nuestros propios acuerdos políticos.

"El PPD se define para esta nueva época como un partido progresista, de izquierda democrática y liberal. Y que como orientación central para el Chile y el mundo de hoy se declara feminista, verde y de futuro". 

Esta definición "estratégica" fue pensada, discutida y aprobada, precisamente para adecuar al PPD a los nuevos tiempos de la sociedad global y demandas de la sociedad civil.  El remate de esta definición está establecido en una segunda afirmación igualmente "estratégica":

"El PPD tiene que configurarse de otra manera para esta nueva etapa, recogiendo de ese partido inicial, que era libre, abierto, innovador, centrado en las personas, para hacerlo hoy un espacio de integración donde se comparten valores, convivan militantes e independientes, que incorporen múltiples saberes y experiencias, y sea un lugar de encuentro  de la diversidad, un laboratorio de innovación social, para buscar y construir respuestas".

El problema del PPD no son ni sus valores o principios que mantienen plena vigencia. Tampoco son sus propuestas programáticas. 

El problema del PPD está en sus liderazgos inveterados y en su precaria estructura organizacional actual e institucional. El problema del PPD es que sus acuerdos políticos y programáticos son, normalmente, soliviantados por vocerías individuales que en diversas ocasiones privilegian su propio punto de vista antes que el punto de vista institucional. Pero, lo más complejo es que PPD es una suma de cinco sub estructuras internas de ejercicio de poder que difícilmente son conciliables:

1.- El PPD de las bancadas parlamentarias. Desde 1989 y como resultado del sistema binominal que gobernó las elecciones por más de dos décadas y media, los parlamentarios se constituyeron - por su voluntad o no- en verdaderos poderes supra institucionales, a tal punto que pueden actuar y opinar, en muchas ocasiones en contrario a los acuerdos políticos institucionales.  Amparados, además, en la Ley de Partidos Políticos que prohíbe las "órdenes de partido", diversos parlamentarios -en estos 34 años de historia- sencillamente actúan, opinan, votan, etc. no siempre en consonancia con los acuerdos políticos del PPD. Normalmente se ha buscado coincidencias.  En los territorios se desea que las oficinas parlamentarias sean una importante contribución en el fortalecimiento de los comunales de un distrito.

2.- El PPD de los Alcaldes: en el gobierno comunal, en la etapa de hegemonía del sistema binominal los parlamentarios, alcaldes y concejales se atrincheraron en la fórmula "del que tiene mantiene" y con ello se limitó a toda una generación de recambio que no pudo acceder a dichos cargos de representación popular. 

Recién en el año 2006, en un intenso Consejo Nacional el PPD logró aprobar -por la presión de las bases militantes-  la no reelección indefinida en sus estatutos. Digámoslo con claridad: cuando ningún partido político en Chile siquiera pensaba en esta iniciativa, el PPD logró aprobar esa norma que está vigente en nuestros estatutos. Sin embargo, desde el 2008 y hasta el 2016 esta norma nunca fue aplicada, siempre con el argumento de que el partido debía mantener y asegurar sus votos. Y en esto todos somos responsables de haber aceptada este estatu quo, el que finalmente fue superado gracias a la aprobación de la Ley que impuso un límite a la reelección y que además se aprobó con efecto retroactivo.

3.- El PPD de los Concejales. En la elección del 15-16 de mayo el PPD logró 202 Concejales El 2016=228. En el 2012=201 y en el 2008=195. En Concejales, aunque el PPD sólo obtuvo 399.643 contra 475.665 votos del 2008, el descenso es relativo por una razón fundamental: los concejales, en general, tienen un contacto más directo en sus barrios y vecindarios. Su nivel de compromiso con la construcción partidaria comunal es un tema evaluable y, normalmente, influidos también por la "cultura" del sistema binominal" se consideran privilegiados o prioritarios.  En suma: en comunas son excepcionales los Alcaldes y Concejales que construyen partido.

4.- El PPD de las elites. Todo partido, inevitablemente, está liderado directa o indirectamente por liderazgos supranacionales, que trascienden las fronteras internas del partido. Si, además, ejercen cargos de representación popular, ello les confiere un mayor poder y hegemonía por contar con mejores y privilegiadas oportunidades de acceder al mercado de los medios de comunicación. Como me decía en alguna ocasión, antes, una prestigiosa figura dominante en el PPD (que después renunció al partido): "El que no aparece en la TV y en el Mercurio....no existe". Así de simple...  Esa visibilidad les brinda un escenario de enorme privilegio y eso es también una forma de ejercer un fuerte poder en un partido.

¿Estamos cansados como país de ver constantemente al presidente Piñera en TV, en cualquier evento y con cualquier excusa comunicacional?  Pues bien: con el PPD ocurre más o menos lo mismo. Nuestras figuras "mediáticas", que rindieron bien en diversos momentos de estos 34 años, al pretender permanecer como voceros vitalicios e incluso competir por los medios de prensa, finalmente, han causado un hastío generalizado en la población y eso tiene como efecto colateral un daño inmediato en campañas electorales. Con motivo de la elección del 15-16 de mayo, diversos candidatos a concejales y constituyentes del PPD han narrado experiencias en donde al repartir volantes les preguntaban ¿De qué partido es usted? y al responderles: del PPD, las respuestas eran negativas ("Ah. No. ¿El partido de fulano...? Nooo. ¿Los neoliberales?.... Guárdese su volante?")...

Se podrá alegar que fueron casos muy excepcionales. Que esto no aconteció con todos los candidatos/as. Pero lo cierto, es que en las redes sociales el ppd es víctima de funas, precisamente, por determinadas vocerías ("más de lo mismo") y ahí la señal es más amplia.  Igualmente, alguien dirá que las redes sociales no son tan relevantes. Pero lo cierto es que por años, el PPD ha mantenido, directa o indirectamente, una presencia más o menos permanente de figuras que ocupan desde 1989 escenarios mediáticos y con ello, quedan subsumidos los nuevos liderazgos.

El PPD de la elite, sin embargo, ha hecho importantes contribuciones en nuestros debates políticos, sociales, culturales e ideológicos. La pregunta es si siempre deben permanecer en la primera plana del PPD, ocupen o no cargos institucionales. Y que conste, que en la mayoría de tales cargos no hay elites partidarias más allá de un porcentaje razonable. Pero ese no es el punto: no son los cargos institucionales lo relevante para ellos/as. Son figuras mediáticas que valen (y se hacen valer también) por sí mismos.  

5.- El PPD de los grupos de interés y/o facciones internas. En un partido político, es natural que los militantes que se agrupen internamente en torno a objetivos estratégicos doctrinarios, políticos e ideológicos que les interesen.  Eso es lo que normalmente llamaríamos como "corrientes de opinión" organizadas bajo la idea de un colectivo o movimiento de ideas. 

Entre 1989 y el año 2000 a lo menos el PPD contó con este tipo de "corrientes de opinión" que incluso compitieron ante la militancia por sus mejores propuestas. Con posterioridad, tales corrientes derivaron en facciones de caudillos (todos los terminados con "ismos") y se entró a una lógica en donde el control del partido ya no era necesariamente por programas o ideas sino para preparar y mantener el empoderamiento de las facciones en cargos de gobierno y en elecciones populares.  Más tarde algunas de estas facciones derivaron en una especie de "pymes partidarias", con un acento más marcado en el clientelismo interno: "tu me apoyas (o nos apoyas a nosotros) y yo te garantizo un ministerio, subsecretaría, gobernación, una asesoría, etc y/o te cerramos el cupo de Alcalde, concejal", y otro etc. Y diversos militantes han dado su consentimiento a esta "cultura" a lo largo de estos años.

Los grados de interacción entre estos cinco tipos de sub-partidos dentro del PPD son mínimas, relativas o amplias. En ciertas expresiones factuales internas se mezclan los cinco tipos de sub-partido. En otros casos, sólo algunos de estas cinco caracterizaciones.

El resultado final, en cualquier caso, es que lentamente la interacción de estos sub-partidos con la institucionalidad partidaria contribuye a debilitar -progresivamente- la organización partidaria y sus vínculos con la sociedad civil. La expresión de máximo deterioro es el desarrollo de entidades paralelas a los órganos de dirección. Por ejemplo, reuniones de dirigentes que no fueron electos para la conducción política, pero que resuelven por fuera de las instancias de dirección lo que se debe hacer... Y eso deja a tales direcciones en una situación límite.

Como no hay, entonces, una cultura de ordenamiento de este proceso de interacción, y la voluntad política para encarar estas realidades es igualmente limitada, el PPD queda librado entonces a que el sector parlamentario no siempre coincidirá con los acuerdos de una legítima dirección política; los Alcaldes funcionarán como entidades independientes a dicha dirección; los concejales harán lo mejor que puedan en lo personal, con una coordinación limitada o casi nula con sus comunales, y la elite partidaria y con un amplio margen de autonomía personal, hará exactamente lo que le parezca más adecuado, se coincida o no con la dirección política.

¿Es esto un problema cultural? ¿Una manera cupular de construir partido, con una pirámide en donde las decisiones principales pertenecen a la punta más delgada de la pirámide de poder? ¿Se debe enfrentar esto con la vieja lógica del "centralismo político" en donde nada se hace o funciona sin el pase del comité central?...

Por cierto que no. El tema principal es cultural y se requiere debatir sobre la construcción de un tipo de partido político en donde, lo esencial sea que previo a tomar decisiones políticas relevantes, haya un muy amplio debate, participativo, socializado y democrático y una vez que ese debate ha arrojado un resultado, entonces dicho resultado se acata en todas las instancias partidarias. Por tanto, los voceros tendrán que representar aquello. 

¿Una Conferencia nacional de reorganización del PPD para cumplir realmente  los cometidos del IV Consejo nacional "estratégico"?

Como todos sabemos los procesos culturales son de largo aliento. Pero hay que encararlos y comenzarlos. En el 2006 -como ya señalé- se aprobó la realización de una Conferencia Nacional de Reorganización del PPD. Se aprobó la idea pero nunca llegó a puerto.

Sucesivas directivas posteriores al 2006 dejaron el acuerdo en una caja fuerte. Nunca se convocó. En parte por temores naturales a que una gran reforma de los estatutos nacionales pudiese dar vuelta la pirámide de poder. No obstante, algunas ideas que se plantearon al respecto en el consejo nacional pudieron ser rescatadas en otros Consejos nacionales, igualmente con dificultades pero aprobadas al fin y han demostrado ser eficaces: aumentar de 25% a 40% la participación de mujeres en cargos de elección interno y de representación popular; creación y elección directa de la Vicepresidencia nacional indígena, sin tener que pasar por negociaciones electorales internas. En el 2016 se aprobó la creación y elección directa de una Vicepresidencia nacional de la Mujer. Hitos importantes en el actual escenario en donde mujeres y militantes indígenas pueden elegir en forma directa a sus Vicepresidentes nacionales respectivos. Un gran triunfo que requirió una década y media de debate interno. Lo que demuestra que la reforma de organización nacional del PPD afecta intereses muy acendrados pero puede abrir procesos nuevos y de mejor calidad para la representación institucional del partido.

¿A futuro? El tema de los regionales debería ser resuelto mediante una estructura de federaciones regionales abiertas a los movimientos sociales. Las orgánicas institucionales temáticas deberían transitar del actual modelo de "secretarías y comisiones" que finalmente no funcionan de manera permanente a un modelo de Asambleas temáticas que definen un relato y eligen voceros/as para ese relato a nivel público. Y en la mitad del período de ejercicio de los cargos de dirigentes a todo nivel, incorporar una suerte de referéndum revocativo a nivel comunal, regional y nacional de los dirigentes, de tal modo que aquellos dirigentes que han cumplido adecuadamente su trabajo permanezcan y los que no han funcionado sean invitados a dejar sus cargos. Y acabar así con esta otra "cultura", de candidatos que en elecciones internas se presentan (sea por entusiasmo o para cumplir con la cuota de candidatos por facción) y después, una vez electos no funcionan o se desentienden de los cargos para los cuales fueron electos.

¿En una época de avances tecnológicos, DEBEN SER TRANSMITIDAS A TODA LA MILITANCIA las sesiones de mesa, comisión política y de otras instancias?

Por cierto, se trata de compartir con la militancia los debates y sesiones en donde se aborden los grandes temas de país, dejando en reserva -naturalmente- aquellas materias cuyas resoluciones tienen incidencias políticas más pertinentes. En el Congreso, ha sido normal que en sesiones parlamentarias muy relevantes los ciudadanos pueden estar presente y escuchar las sesiones desde la tribuna. Bajo pandemia, sesiones relevantes (como la aprobación de la Ley de Escaños reservados indígenas que concitó un gran interés público a nivel nacional) fueron transmitidas y seguidas íntegramente a través de la TV del Senado y del Parlamento.

Y así....El PPD debe probar (y comprobar) si su situación de crisis de confianza y credibilidad pública es por una carencia de valores, doctrina y unas bases programáticas ya añejas,  o porque esa crisis de confianza deriva de un tipo de organización partidaria  laisse faire, laisse passer (que deja hacer y deja pasar).

Si es lo primero: entonces el resultado es evidente. El PPD debiera dejar de existir por una pérdida de sentido. Si es lo segundo, entonces debemos probar si una gran Reforma de la Reorganización institucional es capaz de poner freno y superar (y ahí si) la vieja cultura de hegemonías sectoriales e individuales en el PPD.

Por el momento, me inclino por la segunda variante.

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