Editorial

JUAN GODOY FARÍAS
Trabajador Social - UAHC
Ex Director metropolitano del IPS
Experto en políticas sociales de envejecimiento.
¿QUÉ PASÓ CON LA PLATA DE LAS AFP?

Historia.

En la génesis de las AFP está José Piñera y sus cercanos. ¿Ustedes podría imaginar a este economista interesado en las pensiones de los trabajadores, como vehículo para mejorar sustantivamente la calidad de vida de quienes se jubilarían en el futuro por este novedoso sistema? ¿O más bien, lo perciben como un promotor del interés de las grandes empresas y capitales? 

Efectivamente su interés principal no eran los trabajadores, aunque él creía firmemente que, por el círculo virtuoso de una economía exitosa, se generarían “chorreos”, lo que, en algún momento, impactaría positivamente en las condiciones patrimoniales de ellos. El Decreto Ley 3.500, que crea las AFP, se dicta en noviembre 1980, en el ocaso del boom económico, dos años antes del crack económico, que terminó con la paridad peso/dólar y que, a partir de 1981, impulsó al Estado chileno a intervenir varios bancos regionales, entre ellos el banco de Talca (¿les suena?) por realizar transacciones financieras altamente riesgosas, y luego en 1982, a respaldar financieramente a la totalidad de la banca nacional. En esta crisis la cesantía llego al 25% y la caída del PIB fue de 15%. Las razones de la crisis, entre otras: AMBICIÓN Y CODICIA de los dueños del capital.

Las elites, en Chile y en todo el mundo, se caracterizan por manejar información relevante y de alto valor en los mercados, que les permite tomar decisiones antes que el resto de los mortales. A fines de los ’70, luego de la segunda crisis del petróleo (la primera fue en 1973), comenzó a sentirse el aroma de la crisis de los ´80 en América Latina, pero los ciudadanos de a pie continuaron consumiendo autos, equipos de música y otros suntuarios importados que los hacía sentir que dejaban atrás su ADN de pobreza y vestidos con pieles de endeudamiento, ingresaban al Valhala criollo.

Las trampas.

“…se utilizó el dinero de los trabajadores para invertir en empresas productivas y en capitales financieros, en donde los dueños y directores hicieron crecer a sus organizaciones, aumentaron su valor de mercado y, por extensión, acrecentaron como nunca sus utilidades”.

La crisis se sobre venía y las elites tuvieron una visión; acumular un capital de envergadura para enfrentarla, el que no estaba disponible en ningún banco o institución nacional o internacional. Luego de muchas propuestas, entre las que se consideró tomar directamente recursos del sistema de pensiones vigente en esa época, conocido como sistema de reparto administrado por el Estado (posterior INP), finalmente se definió crear un nuevo sistema de pensiones, basado en capitalización individual, en donde se utilizarían los ahorros previsionales de los trabajadores para hacer crecer la economía, invirtiendo en bienes de capital, en acciones, en bonos soberanos, fondos mutuos, y en otros instrumentos financieros (militares y carabineros quedaron fuera del algoritmo AFP). El primer año, 1981, las AFPs obtuvieron un capital de $12 mil millones; en 2015 el ahorro administrado por las AFP fue de $108 billones (Senado.cl). Según la Super de Pensiones, en el 4° trimestre de 2019, las AFP acumularon un monto cercano a los $170 billones (https://bit.ly/3eBMBs7)
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Las trampas que las AFP pusieron a los trabajadores-as:

   + No informar a los trabajadores-as que su dinero sería usado como un préstamo para sostener y fortalecer la economía del país;
  + No entregar a los trabajadores-as una compensación financiera justa por el préstamo, proporcional al crecimiento real de las empresas y organizaciones que usaron esos recursos;
   + El sistema AFP no ha sido un sistema de pensiones eficiente, pues sus agentes no actúan con la diligencia o la rigurosidad que exige la gestión de los fondos de pensiones de los trabajadores, quienes son los mandantes, los clientes de este servicio.

En resumen, se utilizó el dinero de los trabajadores para invertir en empresas productivas y en capitales financieros, en donde los dueños y directores hicieron crecer a sus organizaciones, aumentaron su valor de mercado y, por extensión, acrecentaron como nunca antes sus utilidades. Con el dinero de los trabajadores, la economía se concentró y el coeficiente Gini en Chile se incrementó, entre 1980 y 1988, desde 0.53 a 0.65, los más altos desde que se mide este indicador de desigualdad. Como referencia, en 2019, Chile tenía un coeficiente Gini de 0.47 y el promedio de países OCDE fue de 0.33.

Una vez más, la AMBICIÓN Y CODICIA aflora en el alma de los grandes gremios empresariales, financieros y comerciales de Chile, convertidos en usuarios permanentes de estos fondos de ahorro individual de los trabajadores; y se expresa en la compra de acciones de empresas “cercanas”, dirigidas por amigos, familiares o “palos blancos”. 

El sistema operó, y lo sigue haciendo, comprando acciones que se crean para el efecto, por tanto, una empresa que vale 100, puede llegar, de la noche a la mañana a valer 150, por el sólo acto de compra masiva de acciones por parte de las AFP. Más allá de la rentabilidad de dichas acciones, la empresa, con un click del corredor de bolsa, incrementa su valor de mercado en 50%, y por tanto sus utilidades se relacionan con ese crecimiento mágico. 

Sólo una parte de ese crecimiento, va a parar a la rentabilidad de las acciones, la mayor parte se absorbe en el proceso productivo, comercial o de funcionamiento de la empresa. Además, muchas de las utilidades de las grandes empresas no van a las “crías” de las acciones, sino, que se diluyen en auto préstamos a empresas relacionadas, en compra de bienes no productivos, en incremento de retiros de los socios, compra de empresas zombis, entre otras acciones elusivas de utilidades, que representan pasivos contables, pero que en rigor son un capital proveniente del ahorro de los trabajadores-as. ¿Cómo se decide a que empresa se hace crecer? ¿Los verdaderos dueños del dinero, los trabajadores-as, tienen alguna injerencia en esta decisión?

Merece mención la concentración en la propiedad de las AFP, que han sido 33 instituciones desde la creación del sistema. Hoy, luego de quiebras y fusiones (compras de otras AFP más grandes y grupos económicos como PENTA e ING), en 2020 el mercado previsional tiene 7 AFP.

¿Dónde está la plata?

“…también hay informes que señalan que parte del ahorro de los trabajadores, prestados a través de las AFP a las grandes empresas, nacionales y extranjeras, está atrapado en una maraña de compras y recompras de acciones y valores, que terminan en paraísos fiscales y mercados altamente especulativos y elusores de impuestos”.

Hay quienes creen que el dinero ahorrado ha desaparecido y sólo es una cartola cuatrimestral con números y fechas en columnas de ganancia y pérdida. Pero la realidad es un poco más compleja. Efectivamente el dinero no está disponible para su uso inmediato, como cualquier inversión de capital. Está invertido en acciones (en Chile 57% y el extranjero 43%), cuyo capital fue tomado por las empresas emisoras de dichas acciones y transformadas en caminos, maquinarias, barcos, equipos, herramientas, edificios, mercaderías (ropa, electrónicos, alimentos) y un largo etc. Es difícil y costoso recuperarla; por ejemplo, si un camión comprado con ahorro previsional hace 5 años costó 20, hoy ese camión depreciado valdría 15. Si durante este mes salen a la venta 100 camiones (en el marco de un eventual retiro del 10% del ahorro previsional, todas las AFP saldrían a vender sus camiones), la ley de oferta y demanda reduciría el precio a 13 o menos; en el peor de los casos se podría obtener por el camión, un precio de 10, luego de comisiones, impuestos y otros costos financieros propios de la transacción.

Este ejemplo implica que los ahorros de las AFP, al momento de ser liquidados, puesto que ese camión debe transformarse en acciones y luego en dinero, se reducirían entre un 25% y un 50%, con un claro daño patrimonial a los trabajadores y a las empresas, estas últimas no tendrían ni el dinero ni el camión.

El dinero de los trabajadores ahorrado en las AFP, está distribuido en 61,1% en Instituciones Financieras tales como Bancos (36.8%),empresas que cotizan en la Bolsa (20.6%) y Fondos de Inversión (3.7%) yel 23% en grandes empresas y grupos económicos. El restante 16% descansa en bonos soberanos de diferentes Estados, incluida nuestra Tesorería General de la República y en otros instrumentos no nidentificados. Los 10 grupos económicos más grandes donde las AFP invierten los ahorros previsionales son: Endesa, Colbun, Cencosud, Enersis, Lan, Copec, Aes Gener, CMPC, Falabella, Banco Santander.

Pero también hay informes que señalan que parte del ahorro de los trabajadores, prestados a través de las AFP a las grandes empresas, nacionales y extranjeras, está atrapado en una maraña de compras y recompras de acciones y valores, que terminan en paraísos fiscales y mercados altamente especulativos y elusores de impuestos. 

Como ya se ha ejemplificado, el dinero de los trabajadores-as no está disponible en el corto plazo, si se quiere recuperar, habrá que pagar un alto costo financiero, además de constatar que un volumen significativo de esos dineros ahorrados y prestados ya no existen, porque cambiaron de manos, en una línea difícil de ratrear e imposible de recuperar. Basta que nuestras AFP digan, graciosamente en agosto próximo, que tuvieron pérdidas de 20%, como ha ocurrido en múltiples ocasiones en el pasado (nadie dice nada, ni gobiernos de derecha ni de izquierda), para hacer desaparecer esos ahorros y para que reaparezcan en cuentas de las Islas Vírgenes a nombre de una corporación sin pasado y que se disolverá en menos de un año. Otra forma de hacer desaparecer el dinero de los trabajadores es vía comisiones fantasmas o sobre comisiones de hasta un 25% mensual que no tienen ninguna justificación.

La salida.

Los trabajadores-as estarán dispuestos a trabajar más y mejor, si un nuevo trato social asegura condiciones adecuadas que hoy no existen; esto es fundamental para enfrentar la crisis económica actual”.

El comportamiento de las AFP y la ética de las empresas que utilizan los recursos de los trabajadores-as, han incidido profundamente en la crisis de confianza que vive nuestra sociedad. Nos engañaron, se apropiaron de nuestro dinero, nos pusieron trampas, se enriquecieron y no compartieron en forma equitativa los frutos que alcanzaron. 

Este sector de nuestra sociedad hace lo mismo con el Estado, evadiendo y eludiendo impuestos, pasando el platillo cuando baja el dólar o cuando hay sequía o aguaceros, o las empresas mineras, que obtienen utilidades del 50% antes de impuestos, que sacan del país oro, plata y otros metales escondidos entre rocas para evadir royalty minero y reciben incentivos multimillonarios gracias a la invariabilidad tributaria; en definitiva, los dueños del capital se quedan con todas las ganancias y comparten sólo las pérdidas. Otra prueba de AMBICIÓN Y CODICIA que destruye el alma de Chile y compromete su futuro.

Una propuesta de salida de esta forma de hacer las cosas es un nuevo trato, uno en donde los dueños y administradores de las grandes fortunas y capitales reconozcan la deuda con los trabajadores-as y con el Estado. Un nuevo trato que considere un nuevo sistema de pensiones, un nuevo sistema tributario, una revinculación entre las diferentes capas sociales. Lo anterior permitirá que los trabajadores aporten con una nueva actitud frente al trabajo, entendiendo trabajo como una actividad que los dignifica y les permita llevar alimentos suficientes a la mesa, les permita desarrollarse y les permita ahorrar para los periodos difíciles y de crisis.

Un nuevo trato donde el Estado pueda construir una verdadera red de protección social, que considere mínimos sociales universales en salud y educación. Los trabajadores-as estarán dispuestos a trabajar más y mejor, si un nuevo trato social asegura condiciones adecuadas que hoy no existen; esto es fundamental para enfrentar la crisis económica actual. Un nuevo trato involucra necesariamente un nuevo paradigma ético de nuestra sociedad.

Otra salida, menos ideal, es una demanda colectiva nacional de los trabajadores-as en contra de las AFP, por mala prestación de servicio y por abuso de confianza. Los trabajadores le entregan a las AFP la misión de hacer crecer sus ahorros para la vejez y estas fallaron. En 20 años, el sistema de AFP ha rentado 5,77% promedio anual (por fondos A:6,01% - B:5,26% - C:8,00% - D:4,73% -E:4,85% -Super de Pensiones-). Los bancos dan un interés por depósitos a plazo de 2,5% promedio anual. 

A partir de dicha comparación, se puede inferir que la utilidad que entregan los fondos de AFP es razonablemente buena, pero si consideramos todas las pérdidas en el mismo periodo, el daño patrimonial que han sufrido los trabajadores es alto y las AFP cobran sus diferentes comisiones y costos de administración como si hicieran bien su trabajo, sin sufrir pérdidas; al contrario, sus utilidades superan el 30% anual. 

El año 2019 las utilidades fueron de 60%, (28% por encaje y 32% por comisiones y otros). Es conveniente precisar que la comisión de administración que cobran las AFP, es del orden del 25% mensual y no del 1,5% al 2,5% que señalan en las cartolas cuatrimestrales, pues la comisión se cobra sobre la remuneración bruta del trabajador y no sobre el 10% imponible que va a capitalización individual y que administra la AFP. Es decir, están cobrando comisión sobre el total de los ingresos mensuales del trabajador y no sobre la porción, 10%, que la norma le mandata administrar. Esta es otra manera de demostrar el abuso de confianza que el sistema ejecuta cotidianamente. También existen las comisiones fantasmas, que han significado una exacción abusiva e inexplicable de los recursos de los cotizantes.

¿Y el 10%? …

Según los técnicos y economistas de todos los sectores, sacar dinero del ahorro previsional es una mala idea y afectará la calidad de las pensiones futuras. Por otra parte, el impacto que dicho retiro representaría en las pensiones, es más bien bajo, pues entre una jubilación miserable y otra muy miserable, no hay una gran diferencia. 

Las AFP han dicho que el ahorro previsional pertenece a los trabajadores, por tanto, es esperable que estos puedan echar mano a parte de dichos ahorros en situaciones excepcionales, como enfermedad terminal, deuda habitacional, pandemia, guerra u otra. 

También es razonable que, en la medida de lo posible, dichos recursos sean reintegrados por los propios trabajadores o bien con el apoyo del Estado o los grandes grupos económicos, beneficiarios de las utilidades reales de los ahorros previsionales. La necesidad de reintegrar estos fondos en algún momento, se enmarca en la lógica que el ahorro previsional es para sobre vivir en la vejez, una vez concluida la vida económicamente activa. Sugiero evaluar la figura de un auto préstamo, que sea devuelto por el trabajador-a al fondo de capitalización individual, con tasa similar a las que las mismas AFP entregan y que siempre sería más baja que la tasa de interés de cualquier banco en un préstamo estándar. Las estimaciones del eventual retiro del 10% de los fondos ahorrados en la AFP son del orden de los $15 billones.

Existe en las AFP una significativa cantidad de recursos, que no han sido fiscalizados en profundidad por las respectivas Super Intendencias. Estos fondos son a lo menos dos:

   + Rezagos, referidos a montos pagados por los empleadores a las AFP, pero que, por errores de información, no coincidencia de nombre, RUT u otro, no pueden ser depositados en la cuenta de capitalización individual del trabajador causante de la cotización; estos rezagos ascienden a $162 mil millones.
  + Recursos no cobrados por fallecimiento de los cotizantes y por ausencia de beneficiarios y herederos; asciende a $178 mil millones.

Conclusiones.

El retiro del 10% del ahorro previsional es un mal necesario en un escenario de pandemia. Es un paliativo y no aporta a la solución de la crisis económica del país

   + El sistema de AFP nace como una estrategia para enfrentar una crisis económica mundial que afectó a Chile en forma dramática por ser una economía liberal y abierta.
   + El sistema de AFP nunca se pensó como un verdadero sistema de protección social para la vejez, a pesar de que así se promocionó, sino, que fue concebido como un salvavidas para el debilitado sistema económico, es decir, se creó un monstruo de 2 cabezas. En Chile no existe un sistema de pensiones, existe un sistema de ahorro individual vinculado al sistema financiero.
  +  fondos del ahorro previsional no están disponibles, en términos reales, para los trabajadores, pues su retiro está asociado a altos costos de recuperación y en alguna proporción los fondos ya han cambiado de manos, bajo la excusa de pérdidas en la bolsa.
   + La eficiencia del sistema debe ser revisada y se deben determinar responsabilidades de las AFP en las grandes pérdidas que los trabajadores-as han tenido por la deficiente gestión financiera y por los cobros excesivos de comisiones.
Es un paliativo y no aporta a la solución de la crisis económica del país. Para enfrentar dicha crisis se requiere un nuevo trato, nuevas reglas del juego y “echar la casa por la ventana” como señaló un ex ministro de Hacienda, refiriéndose al rol del Estado.
   + El rol fiscalizador del Estado sobre las AFP debe ser más robusto y riguroso, debido a los altos volúmenes de recursos que manejan y la baja credibilidad que estas instituciones tienen.
¿Mito o realidad?
   + El dictador Augusto Pinochet no estuvo de acuerdo con el sistema de AFP, por lo que se negó a que los uniformados ingresarán al nuevo sistema. También se habría opuesto a retirar fondos del sistema de pensiones de reparto vigente en 1980, para enfrentar la crisis de 1982.
   + A mediados de los ´90, las AFP más importantes (Capital, Habitat, Provida, Summa, Santa María, salvo Planvital) se coludieron y ofrecieron a sus vendedores un bono mayor por traspasar afiliados desde otras AFP. Si el vendedor traspasaba a trabajadores de las AFP coludidas, no recibía bono, y, por el contrario, podía ser despedido de su trabajo. Esta práctica envió a la quiebra a varias AFP pequeñas y facilitó la fusión y absorción de otras por parte de las AFP coludidas.

·      Si cada chileno-a al nacer recibiera por parte del Estado, un subsidio de $1 millón en una cuenta de ahorro previsional, al momento de jubilar tendría asegurada una pensión con una tasa de reemplazo del 80%, disminuyendo la participación del Pilar Solidario para incrementar pensiones bajas.
    
JUAN GODOY FARÍAS
Trabajador Social - UAHC
Ex Director metropolitano del IPS
Experto en políticas sociales de envejecimiento

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